El tercer novillo de esta tarde en Madrid no obedecía a los toques del novillero Diego San Román, pero no le importó al valor del mexicano, que se puso firme y pagó con una voltereta tremenda su entrega. El novillo hizo por él y lo zarandeó por los aires en un derrote seco, de nuevo haciendo por él ya en el suelo. Se repuso el joven sin apenas mirarse si llevaba o no cornada y prosiguió toreando al manso al hilo de las tablas. Fue ovacionado tras las bernadinas finales y tras pasaportarlo con el acero.
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