Manzanares vuelve a Madrid con Dalia en el recuerdo

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Manzana 1



A José María Manzanares se le asociará por siempre jamás con el ruedo de Madrid, la plaza que junto a Sevilla mejor ha sentido y ha entendido su forma de interpretar el toreo. Aunque tuvo épocas en las que no llegó a ser el consentido de esta plaza, ahora parece entender mejor el ruedo de Madrid lo que representa su toreo, especialmente después de su faena a Dalia.

De todas las figuras que hoy en día se anuncian en los carteles es Josemari, tal vez, quien menos responda -junto con Morante- a la tiranía del resultado, porque si los toreros alcanzan su caché según llenen las plazas, Manzanares es -o debería ser- el más caro. Tiene un carisma especial, llega al gran público y tiene planta para ser héroe popular, además de héroe de luces, lo que lo convierte -comercialmente hablando- en un producto sensacional para vender entradas.

Pero, además, se trata de uno de los toreros que mejor reflejan y plasman un concepto concreto de torear, basado en el empaque, la elegancia, el temple y sobre todo un manejo de los vuelos como hay pocos hoy por hoy. Josemari es un prestidigitador de los flecos, por eso es capaz de embarcar y soltar con una precisión que le hace estar siempre bien colocado para ligar el siguiente muletazo. Y Madrid lo sabe. Y Cuvillo también.

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