Castella siempre Castella

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Castella siempre Castella


por Carolina Baquero

Con un cielo despejado y un sol radiante, se vivió la penúltima corrida de la plaza de toros La Santamaría, que infortunadamente no contó con más de un tercio de entrada en los tendidos. El francés Sebastián Castella ratificó porque es uno de los toreros más importantes del toreo moderno.

Se lidió un encierro de Ernesto Gutiérrez, de buena presentación y juego desigual, les costaba tener regularidad en su motor.

El matador de toros Sebastián Castella recibió a Tegua de la ganadería de Ernesto Gutiérrez, un ejemplar noble pero que acusaba poca bravura. En la faena el diestro estuvo por encima de las condiciones del ejemplar, le arrancó los pases a este toro de poca transmisión y recorrido; la actuación fue corta pero la música alcanzó a sonar para acompañar las palmas de los aficionados que valoraban cada pase de Castella. Estocada trasera y desprendida. Palmas.

Qué mala suerte la del torero Ramsés, quien recibiendo con una larga cambiada fue golpeado en uno de sus brazos, fuertemente por la pala del pitón y de inmediato tuvo que soltar el capote y dirigirse a la enfermería con una aparente fractura del húmero. Tras revisiones en la enfermería, lo trasladaron a la Clínica Bogotá.

El toro de Ramsés fue lidiado de forma excelente por el francés y director de lidia Sebastián Castella. Que buscó en el callejón al Doctor Felipe Negret Mosquera para brindarle el toro pero no se pudo llevar a cabo el brindis porque no estaba en su habitual puesto. La faena fue ligada, templada, a poca distancia entre el cuerpo y los pitones; tandas por las dos manos, cambiados de mano y una actitud de los buenos y honestos toreros de la historia. El toro era noble y encastado, lastimosamente se vino a menos y se fue apagando su motor, eso hizo que Castella tuviese que acortar las distancias para no dejarlo ir. Estocada y descabello. Oreja.

Con el quinto de la tarde Castella tuvo algunas dificultades porque el toro aunque tomaba bien la muleta no terminaba de pasar, de quedaba pegado y eso no permitía la continuidad, la emoción y conectividad con los tendidos; debía perder el paso para poder enlazar el siguiente pase. El toro tampoco tuvo abundante clase, una vez más el francés estuvo por encima de las condiciones del astado, a pesar que por el pitón derecho siempre quiso llevárselo por delante.Estocada un pelín desprendida. Dos orejas.

El tercer toro de la tarde saliendo de los toriles se fracturó el pitón izquierdo, por lo que tuvo que ser cambiado. Qué pena porque al vuelo del capote iba de muy buena manera.

El tercero bis le correspondió al español José Garrido, quien estaba sustituyendo a Cayetano Rivera Ordóñez que no pudo cumplir con su compromiso. El toro que le correspondió a Garrido a medida que avanzó el tiempo, aumentó su defecto de prontitud y de revolverse en un palmo de terreno. La presentación del español no fue muy lúcida, la faena de unipase y con muy poco temple; no se logró acoplar a la embestida del toro y aún más complicada se hacía la situación ante una lesión en el remo delantero derecho del astado. División.

José Garrido se encontró en el cuarto de la tarde nuevamente con el público de La Santamaría, para voltear lo que había ocurrido en su anterior toro. La faena fue de mucho gusto, pero sobre todo porque desde el capote fue muy completa, lanceó al toro con variedad y limpieza; ya con la muleta ligó, templó, usó la panza de la pañosa y fue muy clásico en su tauromaquia. Estocada y descabello. Saludo desde el tercio.

Cerró la tarde no con mucha suerte el madrileño que se encontró con un toro noble, fijo en la muleta pero con recorrido corto. Al torero le faltó quedarse más quieto y torear más largo. División.

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