Independientemente de la satisfacción por el tardío desagravio al atropello y que abre a la legalidad, nuevamente, el dar toros en Barcelona, la importancia de la resolución estriba en el precedente que crea cara a las veleidades de otras autonomías como Baleares que todavía no ha consumado hechos.

Y ahora “la parte seria”

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Y ahora “la parte seria”


Seis años después de la última apoteosis en La Monumental de Barcelona el TC se ha dignado pronunciarse sobre la sectaria prohibición de “los toros” por parte de Más y sicarios.


El TC se ha tomado su tiempo y este no era el mejor por la coyuntura de una Cataluña oficial hacia el secesionismo que daba a pensar en más dilatación o un pronunciamiento neutro o contrario a la anulación por aquello de tomar la Tauromaquia como rehén para reprimirles asuntos, a su entender, de mayor calado.


Ello, junto con el dato –nada baladí- que la ponente Encarnación Roca fuere Magistrada a propuesta de la fenecida Convergencia es un plus de musculatura de La Fiesta en sus conceptos institucional, cultural y socio-económico, aunque Su Señoría tan sólo haya entrado en el componente competencial, si bien aduciendo al valor patrimonial de todos que supone La Tauromaquia y por lo tanto de asunto exclusivo del Estado.



Independientemente de la satisfacción por el tardío desagravio al atropello y que abre a la legalidad, nuevamente, el dar toros en Barcelona, la importancia de la resolución estriba en el precedente que crea cara a las veleidades de otras autonomías como Baleares que todavía no ha consumado hechos.



Si bien ahora se pondrán en marcha todos los mecanismos del independentismo para no acatar la resolución como ya ha anticipado la dona Munté (Consejera de Presidencia) o el histrión Tardá: “si los toros quieren volver a Cataluña habrán de hacerlo con la Legión”.



No tardarán los otros poderes “facciosos” (no es lo mismo que fáctico) como el Ayuntamiento para apresurarse a escarbar entre ordenanzas y disposiciones y poner toda suerte de trabas de su competencia para impedir se programen festejos.


Y es ahí donde el sector, los aficionados, el común de los mortales que desee ser libre –y no de postureo- deben apoyar con todos los medios a la propiedad y gerencia de La Monumental para que no decaiga de volver a retomar la actividad.



No va a ser fácil, pero no imposible por asistirle la legalidad y legitimidad que le ha otorgado a La Fiesta la más alta magistratura de España en la que, por ahora, se incluye la pretendida “República Bananera de Catalunya”.



Por ello, tras esta “ópera bufa” con más teatro que María Guerrero, ahora toca –como en el cierre de los cómicos musicales- la parte seria.


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