han sido dos ilustres veteranos los que marcan la distancia en esta buena feria en cuanto al “arte de torear” se refiere: Enrique Ponce y Manuel Jesús “El Cid”. Esperado lo del maestro de Chiva, sorprendió lo de El Cid en una feria en que no estaba anunciado y en una temporada donde los gurús taurómacos, desde el inicio, estaban redactando exequias.Coincide todo ello con el indulto en Calasparra de un “Victorino” por parte de otro torero con años de doctorado: Curro Díaz. Tres “muy adultos” en el escalafón que saben torear.

​SABER TOREAR

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SABER TOREAR


Santander ha echado una feria de nota alta con picos que pueden escribir la corta historia de esta temporada.

H sido un muestrario de esa seña de identidad de este 2016 que es el mestizaje generacional donde un joven como Ginés Marín ha dado un golpe de atención y Roca Rey se superó a si mismo en su segunda tarde sumando otra P. Grande al rosario que le adorna.

A su vez las figuras, jóvenes -todavía- no han cedido un palmo como Juli y Perera. También David Mora. Y Talavante su primera tarde.

Pero han sido dos ilustres veteranos los que marcan la distancia en esta buena feria en cuanto al “arte de torear” se refiere: Enrique Ponce y Manuel Jesús “El Cid”.

Esperado lo del maestro de Chiva, sorprendió lo de El Cid en una feria en que no estaba anunciado y en una temporada donde los gurús taurómacos, desde el inicio, estaban redactando exequias.

Lo hizo , además, indultando un ejemplar de una ganadería nada convencional como la de Adolfo Martín, lo mismo que Ponce se vació con un toro de Miranda y Moreno, ganadería inédita en las grandes ferias y en las agendas de los apoderados de figuras.


Coincide todo ello con el indulto en Calasparra de un “Victorino” por parte de otro torero con años de doctorado: Curro Díaz.

Tres “muy adultos” en el escalafón que saben torear.


De paso, comentar que ha sido el sábado de “los Martín” (Victorino y Adolfo) que también rompen unos pocos de tópicos y que si la moneda del torero es “saber torear” la del ganadero es “saber criar el toro” sin renunciar a su ADN conscientes que no son santos de la devoción de gran parte del escalafón.


Por ello ante el arrollar de los nuevos, que es lo que se espera de ellos, el valor sin cuento, el poderío, etc. cuando se hace el toreo no pasa desapercibido por mucho ostracismo al que estén destinados toreros como El Cid o Curro Díaz.


Dicen que “el que tiene la moneda, la cambia” pero esa moneda es producto de un concepto en los albores de la carrera, de paciencia y de memoria : memoria para tapar bocas de impacientes, del “usar y tirar” y aviso a navegantes empresarios, aficionados de nuevo cuño y prensa incipiente anclados en el “sota, caballo, rey” que ahora maquillan con , no más, un par de novedades que se lo están ganado a golpe cantado…pero que los árboles de esta generación nos dejen ver el bosque que además de los jóvenes hay veteranos aparcados que “saben torear” y cuando lo interpretan (el toreo) dejan faenas para el recuerdo.


Y no son legión los que saben torear.

Saber torear no es lo mismo que torear bien o torear bonito. Menos pegar pases, a granel y de surtido variado.

Y “el que sabe, sabe” y el que no…pues a estudiar a Salamanca…digo Salamanca, no; en tauromaquia se den una vuelta por Chiva, por Linares y por Salteras.


Como dijo Ponce en su día aquí en La Divisa, qué bonito es que el cabal te vaya a ver torear y no esperar si “un toro te parte en dos”.


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