​El Arte de la Tauromaquia ¿cultura de segunda?

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PJC.N.3


EDITORIAL (PROGRAMA LA DIVISA DEL 27 ABRIL 2020)

PEDRO J. CÁCERES


El Arte de la Tauromaquia ¿cultura de segunda?


A la cultura de segunda no se le descuelga el teléfono, señor Uribes. Y si se le hace una reunión para que se contente, se manda a un subordinado. Bien hecho, pues.

A la cultura de segunda lo que le toca es pagar. Y mucho. 140 millones de IVA al año concretamente, de los que más de uno se acordará este 2020 en el que el coronavirus se ha liquidado los festejos.

A la cultura de segunda se le llamará de nuevo cuando pasen otros cuarenta días, que lo que no está subvencionado no es prioritario.

A la cultura de segunda, si llama, se le sonríe, pero no se habla con ella, no sea que pida lo que estos años ha ingresado. Que es lo que le corresponde, pero no se le puede decir, no sea que se lo crea.

A la cultura de segunda, hasta que no se cambie el nombre Victorino Martín y se ponga Juan Echanove en el DNI –mil perdones por delante, actor, sabemos de su afición y no queríamos, pero lo tenemos que decir- no se le levantan las cejas en tono amigable. Ni se le responde, por supuesto.

A la cultura de segunda, la de pá la piedra, la del sol y moscas, la de la España vaciada que cuida al rey de la dehesa… a esa cultura que protesta poco y cotiza mucho, cerca pero lejos.

A la cultura de segunda que no arroja rédito en las fotos podemos despacharla con largas cambiadas, que vienen al caso y tienen el beneplácito social, aunque contengan la misma justicia que el juicio de Cristo -mal visto también, por cierto, de un tiempo a esta parte, que no es nada progre descuidar a las minorías-. Porque lo progre es colocar al colega donde se toman las decisiones, no vaya a acertar el que más sabe y apostar por la creación de riqueza en lugar de por su redistribución. Lo correcto es que paguen y traguen, y lo facilita mucho que sea exactamente eso lo que llevan haciendo toda la vida.

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