​De la necesidad, virtud

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PJC.N

EDITORIAL (PROGRAMA LA DIVISA DEL 30 MARZO 2020)

PEDRO J. CÁCERES


De la necesidad, virtud


Sin que cese el dolor por la muerte de Borja Domecq y las circunstancias de ni siquiera haberle podido despedir con un “funeral de estado taurómaco” por lo grande que fue como ganadero y persona, sin obviar más dolor añadido, para aquellos que ya somos mayores de edad, por la muerte (con las mismas circunstancias) de Marcelino Moronta, quien fuera presidente de Las Ventas, con toda la pena en las entrañas vemos como todos los días amanece.

Ese amanecer diario destila, quizá, una mentira piadosa (dada las circunstancias) necesaria para seguir viviendo con una brizna de esperanza, más que de fortaleza, para superar este trance

“No te olvides de vivir

La vida tal como viene

No te olvides de vivir

Que el mundo sigue girando

Intenta de ser feliz

Por muy oscura que sea la noche, siempre amanece”

Así comienzan Los Romeros de la Puebla una de las sevillanas más célebres de su repertorio, un canto a la vida, un canto a la felicidad a pesar del momento que se pueda atravesar.

La vida sigue. El mundo gira, y más pronto que tarde, todo volverá a su ser, necesitamos creerlo.

Porque necesitamos convencernos que ninguna racha es eterna, ni las buenas, ni las malas, sólo hay que estar preparado para salir de unas y disfrutar de otras. Eso sí, perdonando a los responsables, pero sin olvidar: ni sus ignorancias, sus negligencias, su sectarismo.

El sol saldrá. Siempre. Y el toreo, que a nosotros es lo que nos concierne, volverá de nuevo a hacer vibrar a los jóvenes y a los mayores. Sin coronavirus. Con los sueños de cada amanecer impolutos, con los cientos de muletazos que las veleidades del destino nos permita pegar. Porque esos muletazos los pegaremos: seguro.

El toreo y la sociedad saldrá de esta. Por descontado. España, un país que lleva intrínseco en su historia salir cantando de las desgracias y celebrar bailando que la vida sigue adelante, no puede caer en el ostracismo de la derrota.

No lo puede hacer, caer en la desidia y el pesimismo,  el país que, tras una guerra, se dio la mano y consiguió unir fuerzas para pasar hambre, sí, pero sin perder jamás la sonrisa. No lo puede hacer el país que izó a Manolete, a un extranjero como Arruza –con lo que en los años cuarenta eso significaba- y a Luis Miguel como ejemplos sociales para seguir sufriendo sin perder jamás la sonrisa. No lo puede hacer el país que vio a Bienvenida sonreírle a los desplantes que la vida estaba dando entonces al país… y que luego Benítez transformó en acontecimiento.

El toreo saldrá de esta con la cabeza alta y sonriendo, como Antonio Bienvenida. Y llenando plazas, porque esa es la única forma de seguir dando fe de nuestra fuerza social ante los tiempos que vienen. Que si nos atacan, sea sin razones. Y para eso figuras y empresarios tienen que ponérselo más fácil que nunca al aficionado. Siempre con esa sonrisa  “profiden” que Antonio Bienvenida (y más recientemente Espartaco) sacaban en cada desplante.

Un desplante torero al bicho del virus, necesario para revolverse en virtud y seguir creyendo en nosotros…a pesar del gobierno o ¿desgobierno?

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