Román, Puerta Grande en Madrid

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MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ-OLMEDO


Un cartel joven compuesto por Iván Vicente, Juan Leal y Román hacía el paseíllo en la tarde de este martes 15 de agosto, Día de la Paloma, en la primera plaza del mundo. A las ocho en punto de la tarde arrancaba la función venteña con un encierro del Tajo y La Reina, propiedad de Joselito, listo para la ocasión.


Lleno estaba el primero, de amplio morrillo y pecho generoso, pero también con falta de celo para repetir en las verónicas que proponía Iván Vicente con mucho tacto. Protestado el tercio de varas, empujó el animal con las manos y sin gran afán. Y se paró casi antes de empezar a caminar. Parsimonioso el de Soto, quiso trazar le siempre según el concepto clásico, con toda la pureza que permitía el aplomado animal, que se violentaba al toque y se paraba al vuelo. Comprendió Iván lo estéril del trasteo y lo mató como pudo, dado que ni siquiera en la suerte quiso moverse el animal. Silencio tras aviso.


El castaño segundo, más fino de cabos y más suelto de carnes, colocó mejor la cara en las verónicas de Juan Leal, pero evidenció la fuerza muy justa soltando pronto la cara y echando las manos por delante. Con el capote a la espalda y con muchos recursos le dejó saltilleras en el quite Leal. Y fue una pena la falta de fuelle y de raza del animal, que quiso siempre más que pudo mientras Leal le a cortaba los terrenos para que no le pasase la faena en blanco. Y allí le dejó muletazos arrastrados de uno en uno que le protestaba el de Joselito. Y el tendido, que no le dio valor alguno al valor que derrochó el francés por falta de enemigo. Hasta el punto de que se echó el toro y ya no hubo manera de levantarlo. Silencio.


El salpicado tercero vino a hacer lo mismo de salida. Con las manos por delante, la revuelta muy en corto y el aviso de pitón diestro por dentro para obligar a Román a torear con la mano de dentro para que no se lo llevase por delante. A la trágala fue toda la faena de muleta, con Román puesto siempre, exponiendo siempre y tragando para robarle muletazos. Con la muleta tersa o hecha un higo, pero siempre en la vía del tren para torear jugándose los muslos. Tanto que lo terminó empalando en un inicio de serie, pero se levantó el valenciano y le pegó cuatro dobles a zurdas que conquistaron el tendido. Una estocada entrando muy despacio le puso en la mano la oreja.


El salpicado tercero vino a hacer lo mismo de salida. Con las manos por delante, la revuelta muy en corto y el aviso de pitón diestro por dentro para obligar a Román a torear con la mano de dentro para que no se lo llevase por delante. A la trágala fue toda la faena de muleta, con Román puesto siempre, exponiendo siempre y tragando para robarle muletazos. Con la muleta tersa o hecha un higo, pero siempre en la vía del tren para torear jugándose los muslos. Tanto que lo terminó empalando en un inicio de serie, pero se levantó el valenciano y le pegó cuatro dobles a zurdas que conquistaron el tendido. Una estocada entrando muy despacio le puso en la mano la oreja.


El cuarto manseó desde que salió de chiqueros y no le permitió a Iván Vicente que se estirase a la verónica. Luego se arrancó como un tren al caballo de la puerta para que le cogiese un tremendo puyazo Borja Lorente. El inicio de muleta de Iván fue sencillamente sensacional; genuflexo, con el pulso al mínimo y el brazo largo, cambiando la mano para aprovechar las pocas arrancadas que auguraba el bicho. Y se confió el madrileño para hacer el toreo con pureza y sinceridad enganchando con milimétrica precisión porque no era posible si no lo hacía. Siempre puro y compuesto, arrancando los olés desde la barriga cada vez que lograba endilgarle uno como lo sentía. Muy puro en los cites y con un gusto enorme al natural, pinchó en el primer intento y allí se quedó el premio. Una estocada tendida precedió a la ovación.


El largo y vareado quinto se le revolvió muy en corto a Juan Leal en el saludo capotero hasta ponerlo en apuros en el remate. Sobresalió Marco Leal en banderillas. De rodillas en los medios firmó el electrizante inicio, pasando siempre la emotiva embestida con más actitud que toreo. Pero luego faltó estructura y hasta temple por momentos para acompañar la completa entrega del francés. Muy asentado sobre las piernas, le recriminó Las Ventas el trapear por delante y por detrás, con grandisimo valor y generosidad en la exposición, pero sin acierto en el toreo fundamental. Un pinchazo y una estocada lo dejaron todo en silencio.


El sexto, único de El Tajo del encierro de Joselito, sacó temperamento y exigencia en las arrancadas al capote de Román, se arrancó de largo al caballo, aunque luego no peleó con bravura, y le permitió a Iván Vicente dejar verónica y media en el quite de muchísimo gusto. Emocionante el toro en banderillas por temperamental. Precioso fue el brindis de Román a Laura, la aficionada que siempre jalea a los toreros en el tendido 3. Luego sometió por abajo el genio del de El Tajo, al que le dio trapo en la distancia para reducirlo por abajo y quedarse siempre en el sitio con mucho valor. Dio pronto con la tecla de la exigencia, el pulso y la serie corta, con un solo remate y siempre controlando su tendencia a acelerarse. Fue el Román más asentado visto en este ruedo, pero se le acabó pronto el gas al animal y la estocada, con toda la plaza empujando el pomo, le valió la oreja que le abría la puerta grande.


FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Corrida del Día de la Paloma.

Toros del Tajo y La Reina, aplomado y sin vida el primero, de cierta calidad sin raza ni fuelle el aplomado segundo, pitado, repetidor con geniecito y sin clase el exigente tercero, de calidad y fondo sin gran fuelle el mansito pero buen cuarto, emotivo y embestidor con cierto genio el quinto, temperamental y emotivo a menos el geniudo sexto.

Iván Vicente, silencio tras aviso y ovación.

Juan Leal, silencio y silencio.

Román, oreja y oreja. 

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