La hombría de Curro Díaz y Morenito de Aranda, su torería, su compromiso con el vestido de torear, hizo, desde que se programó el festejo, que ambos quisieran estar en el mismo ruedo que un año antes habían pisado acompañando a Víctor en el paseíllo de la terna. Faltaba el tercer hombre, el torero que ocupara el hueco –imposible hablar de sustituir a un matador que deja su vida en las astas de un toro en acto de servicio- de Víctor Barrio.

El mejor de los homenajes

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EDITORIAL

PROGRAMA LA DIVISA DEL 10 DE JULIO 2017

PEDRO J. CÁCERES


El mejor de los homenajes



Se cumple hoy 1 año y un día de la trágica tarde de toros en Teruel en que Víctor Barrio sufrió mortal cornada.

Este año, como es tradicional, se ha vuelto a celebrar la feria turolense, naturalmente bajo la impronta del recuerdo, que será imperecedero, año tras año, de Víctor Barrio.


La actividad de los toreros es torear, y de esta forma el pasado sábado una corrida de toros en su nombre era el mejor homenaje…sobre el papel.


Ya se sabe que el hombre propone, Dios dispone y luego el toro, a veces, lo descompone; todo.

El hombre propuso y Dios dispuso que la corrida efemérides tuviera caracteres de acontecimiento sin que los de “Adolfo” descompusieran nada, antes al contrario.


La hombría de Curro Díaz y Morenito de Aranda, su torería, su compromiso con el vestido de torear, hizo, desde que se programó el festejo, que ambos quisieran estar en el mismo ruedo que un año antes habían pisado acompañando a Víctor en el paseíllo de la terna.


Faltaba el tercer hombre, el torero que ocupara el hueco –imposible hablar de sustituir a un matador que deja su vida en las astas de un toro en acto de servicio- de Víctor Barrio.



El empresario, Alberto García, que a la sazón era aquel 9 de julio apoderado del torero segoviano, pronto se tiró a la piscina, y hubo agua, en abundancia. No sólo para nadar y guardar la ropa sino para anunciar un auténtico evento acorde al motivo especial del festejo conmemorativo.


El hombre era Enrique Ponce, la máxima figura del toreo de casi 3 décadas. El problema no eran los honorarios, conociendo al maestro de Chiva, y mucho menos un cartel de otro perfil al que está habituado. Los dolores de cabeza de Alberto García era decirle que la corrida elegida era la de Adolfo Martín, hierro, de los pocos, al que Ponce nunca se había enfrentado.



Balbuceante el empresario ante el torero, sin apoderados ni intermediarios de por medio, iba tímidamente rodeando con frases entrecortadas el diálogo hasta que se lo soltó –supongo que guarecido en un imaginario burladero por lo que le podía espetar- Enrique. Fueron apenas segundos por la rápida reacción del MAESTRO ¿cuál es el problema?, dijo, escueto. Anúncialo, concluyó.



El sábado Ponce se entretuvo en cortar las dos orejas del primero, sí ya sé que el presidente sólo dio una en un festejo en el que pintaba menos que en su casa, y otra del segundo en dos nuevas lecciones magistrales de las que nos tiene acostumbrados.



Un figurón del toreo ocupando con la grandeza de la humildad el puesto de un torero muerto, pero no de su rango, lidiar por primera vez una de Adolfo y triunfar venciendo y convenciendo.




El mejor homenaje que nadie se hubiera atrevido a pensar. Víctor y el toreo se lo merecían.

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