Las dos orejas se le esfumaron a Ginés Marín como arena entre los dedos después de pinchar un faenón al bravo tercero de Núñez del Cuvillo, un toro que entendió a la perfección el torero extremeño por ambas manos. Cumplió el toro en varas y no fue nada fácil en banderillas, pero emocionante fue el inicio de faena de Marín, llevándolo largo y embaucado en los trastos ante un toro que repetía por abajo y quería comerse los chismes. Ritmo y buen son tenía el bravo animal de Cuvillo, en un trasteo de máxima enjundia y, sobre todo, estructura. Pero lo peor fue la espada: pinchó las dos orejas.
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