"Cardilisto” se llamaba el tercero, número 137, con un peso de 506 kilos y astifino de pitones. Javier Jiménez lo saludó como pudo ante la informalidad y la falta de fuerza inicial. No quería caballo y perdía las manos en el capote de Jiménez, propinándole las varas Manuel Cordero. Se defendía y perdía las manos. Mostró en la lidia y en banderillas la misma condición, la igual que en el inicio muleteril de Jiménez. Nada pudo hacer el torero frente a tal oponente. Estocada y silencio.
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