Al feo y altiricón tercero tuvo que lidiarle Curro por abajo la falta de clase y de intención de embestir antes de que protagonizase un vulgar tercio de varas y un deslucido tercio de banderillas por su falta de entrega. Pero no tuvo una pizca de clase ni de entrega, por lo que se limitó Curro a buscarle unas vueltas que sabía inexistentes. Un sablazo pasaportó sin honores al deslucido animal.
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