NINGUNEO E INDIFERENCIA

EDITORIAL

Programa "LA DIVISA"del 20 de febrero

Pedro j. Cáceres

NINGUNEO E INDIFERENCIA

La “gran” prensa española ante el atentado de Bogotá

Los graves acontecimientos sucedidos el domingo en Bogotá sustentados en atentado con un muerto (desmentido por el alcalde) y 30 heridos se prestan a todo tipo de especulaciones por el lugar, hora y evento anunciado de su perpetración: aledaños de la Plaza de Toros Santamaría en horas previas, e importante, a la celebración del último festejo de la temporada de la vuelta de los toros a la capital después de 5 años.

Especulaciones que in situ en la capital colombiana apuntan en la dirección antitaurina.

Pero en este tipo de acciones criminales hay que ser muy cautos, aunque su violencia –la antitaurina- está acreditada, nunca a niveles tan criminales. Por lo tanto, prudencia.

Si bien extraña que una ciudad y un país tan castigado por el terrorismo y que desde hace tiempo está en tregua con un proceso de negociación entre gobierno y las FARC que -aún rechazado en referéndum por la ciudadanía- sigue abierto, hayan vuelto a las andadas el terror corporativo o algún verso suelto de éste.

Esta es en síntesis la información que llega desde el foco protagonista: sospechosa y recelosa aunque cautelosa.

Mosquea más el ninguneo que ha supuesto el grave –gravísimo- acontecimiento (hablamos de terrorismo -sean quienes sean los autores materiales e intelectuales) entre los “gurús” y “santones” del periodismo español y los más influyentes medios escritos y audiovisuales teniendo en cuenta el terrible pasado reciente en dicho país y que pudiera suponer que la burra volviera al trigo. Si bien ante esa improbabilidad por lo apuntado antes, las negociaciones y demás, resulta más abyecto por parte de comunicadores y medios españoles que creyendo, a pies juntillas y maliciosamente, el atentado tiene un fondo antitaurino se hayan mostrado tan indiferentes, que es más grave que silenciosos, el matiz no es baladí.

Aquí y allí con estos bueyes tiene que arar la Tauromaquia.

Eso sí, muchos de ellos son contumaces con el cohecho de no renunciar invitaciones a un burladero del callejón; por supuesto siempre de “gañote”.

Vivir, no para ver, sí para vomitar.

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