La bruja piruja que no tenía ovarios

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JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO - ILUSTRACIÓN JUAN IRANZO


Había una vez una bruja piruja no tenía ovarios para plantarle cara a lo que no le molaba a través de la legalidad. La bruja piruja utilizaba la careta de llevar al pueblo en el corazón para ser nazi de sus palabras, para ser fascista de sus deseos, para ser espejo dictatorial de sus fundamentos de lobo con piel de cordero. La bruja piruja, a la que no le gustaban los toros, no aceptaba que la ley diese la razón a los barceloneses aficionados.


La bruja piruja se enfadaría si los taurinos se pasan su escoba por el forro y decidieran, en un espacio privado como es La Monumental, hacer la Troya en país extraño y dar toros en 2017. Como narra el `padrenuestro` constitucional que este mediodía ganó ocho a tres.


La bruja piruja, con fama de malvada, de comerse a los niños casi crudos, de maldecir con su escoba Rigoberta, de volar entre pájaros acechando con la mirada a la siguiente víctima, ha tenido hoy un problema más. La bruja piruja, a la que molestan las palomas y por eso las gasea de cien en cien, quiere y no puede ir contra el pueblo que pide toros. Por eso estalla con ira en las redes.


La bruja piruja reniega de la pócima constitucional. Hasta ahí bien. Para los toros y para lo que haga falta (no vamos a ser nosotros únicas víctimas de esta dictadura encubierta). Pero aquí si se le planta cara a la escoba Rigoberta, la maldición puede ser mal que chica. Y si el toreo da toros porque lo dice la ley, aun sin permisos y en un espacio privado como es la bella Monumental, ¿callará o emprenderá la batalla?


La bruja piruja que anda por las redes intentando regular la tauromaquia a través de ley de maltrato animal se tendrá que buscar otras fórmulas porque al mundo esa no se la mete. La bruja piruja, cuyo primer discurso al obtener la escoba Rigoberta en la ciudad condal fue que los políticos se saltaban las leyes aprobadas y ella sería la revolución de la justicia, dos años después, salta en contra de su tesis.


Y si algo bueno ha dejado a la sociedad que la bruja piruja haya abierto el pico para maldecir es que ni ella ni el tropel radical que trae tras de sí merecerán –ahora sí que sí- el papelito en la urna de los taurinos. Y se acordarán de la bruja piruja que gasea palomas indefensas en La Rambla y coarta dictatorialmente la libertad de sus víctimas. Porque hace mucho tiempo que dejó de tener ciudadanos a los que servir…


A la Bruja Piruja no le gusta la ley; bueno, le gusta su ley. No le gusta la Constitución; le gusta su Constitución. Por eso no tiene ovarios para plantarle cara a lo que no le mola a través de la legalidad.


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