Morenito de Aranda: "La tarde de Teruel marca una vida"

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JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO - CULTORO.COM


Que le pregunten a Morenito si es fácil o no el camino de la verdad… un rosario de orejas aisladas en la catedral del toreo, un portón de la gloria contractualmente minsuvalorado, una y mil veces cantada la verdad en la plaza y en los sueños hechos muletazos. Pero ni una sola palabra de lo injusto del sistema en la siguiente entrevista. Porque la verdad ni se queja ni usa el rencor como arma futura. Y, además, por si el alma de un torero no fuese frágil, sobreponerse en su temporada a la tarde que todos sabemos. Así es Jesús Martínez, el que el próximo domingo se anunciará porque quiere y porque lo siente con una corrida de Adolfo Martín en Madrid como Morenito de Aranda.


¿Por qué Adolfo en Madrid, Jesús?


Me encuentro muy bien. Creo que ha sido una temporada buena y sobre todo quizá haya sonado más ahora porque los sitios que he pisado han sido más importantes, como Aranda o Arles. Ha sido una temporada de mucha importancia para mí. Interiormente necesitaba hacer algo importante, por eso me anuncio con Adolfo. Para mí es un compromiso muy importante que afronto con mucha responsabilidad y mucho deseo de cuajar una gran tarde de toros. Ojalá y la corrida embista, se preste y se pueda ver algo grande.


Todos sabemos lo que ha ocurrido este año que no era fácil pasear en Madrid dos tardes y cómo te sobrepusiste para cortar una oreja con muchísima fuerza en pleno San Isidro. Matar la corrida de Adolfo, sabiendo la historia y también la intrahistoria de Morenito, no deja de ser un gesto de torero en madurez.


La mato porque quiero. Ha sido decisión mía. En Iniesta, estando en la plaza, se lo pedí al apoderado e hizo las gestiones y la empresa lo atendió. Gracias a Dios estamos. No deja de ser un compromiso muy importante. No he matado muchas corridas de toros del encaste y es una responsabilidad grande. Este año he tenido la oportunidad de torear varias corridas de Adolfo y, a parte de la de Sevilla, también la de Victorino en Almodóvar del Campo. La verdad que uno le va cogiendo el ritmo al encaste, lo va conociendo a base de ponerse delante de ese toro y analizar su comportamiento sobreponiéndote a muchas cosas. Era el momento de hacerlo, lo hago con mucha ilusión y en la plaza que se lo merece. Siempre me ha mostrado un cariño, un gusto por mi forma de interpretar el toreo especial.


¿Cómo fue esa toma de contacto última con el encaste el pasado 18 de septiembre con "victorinos” en Almodóvar del Campo?


Muy bien. Las dos últimas corridas de toros que he matado de este encaste han sido en Almodóvar, y tanto esa como Miajadas me han dado mucho sitio. He estado a un nivel muy importante a pesar de no haber cortado muchas orejas por la espada, pero han sido tardes muy rotundas, de mucha comunión con el toro y de hacer el toreo que a mí me gusta. Voy lleno de buenas sensaciones. No cabe duda que Madrid es diferente, el toro que sale es muy serio y muy fuerte, un poco reñido con lo que es este encaste, más chico y recogido. Pero últimamente lleva unas temporadas con mucha regularidad Adolfo, y ojalá Dios quiera que salgan toros con la impronta que está saliendo en esta ganadería. Interiormente lo que puedo dominar es mi tarde, aceptarla con mucho deseo y la mente muy despejada para sacar todo lo que en estos años de profesión me ha hecho creer en esto. Que la gente me conozca y mucha gente se identifique con mi forma de torear.


Dos tardes me interesan que desgranes:tu ya tradicional apoteosis entre los tuyos en Aranda de Duero y esa generosidad con un bravo de El Tajo al que desorejaste en Arles después de entrarlo hasta cuatro veces al caballo.

Aranda fue una tarde muy importante, mano a mano con López Simón, una corrida de toros de Carlos Charro remendada con dos toros de Victoriano del Río. Estaba muy bien presentada, para cualquier plaza de segunda, y tuvo mucho que decir. Desde primera hora mostré la ilusión que siempre presento en mi tierra: siempre quiero que mi gente se sienta orgullosa de mí. Desde primera hora me fui a la puerta de chiqueros, le corté una oreja y quizá la faena más rotunda fue la del segundo toro mío, pero desgraciadamente lo pinché. A ese toro lo toreé muy bien con la mano izquierda. El último toro apretó mucho de salida, lo toreé muy bien con el capote, lo banderilleé y luego lo toreé muy despacio y con mucho sentido para mí, cortándole las orejas. Fue una tarde en la que noté mucho la exigencia de mi tierra, pero también el reconocimiento a lo que había hecho. La tarde de Arles, por su parte, fue muy intensa: el primero de mi lote fue un toro duro de El Puerto con el que anduve queriendo mucho, con mucha actitud y deseo, no concediendo el palco la oreja y di una vuelta; le corté dos orejas a un toro de El Tajo, bravísimo en el caballo, donde recibió cuatro varas porque era una corrida concurso e intenté hacer las cosas lo mejor posible para que la gente viese al toro, siendo luego bravo en la muleta pero no fácil. Quizá por la cantidad de veces que entró al caballo y todo el tiempo que duró el tercio de varas, luego en la muleta lo acusó un poco, pero a base de empujarlo y dominarlo lo pude torear bien y a gusto. Lo maté de una estocada muy buena y la gente estuvo siempre muy conmigo con el esfuerzo que estaba haciendo, cortando dos orejas que me hacían mucha falta en Francia.


Hemos hablado muchas veces esto, pero ¿empresarialmente era la temporada que esperabas?


Sinceramente no me paro a pensar ya en eso. Me apetece vivir el día a día porque es una pérdida de tiempo. Cuando lo pasé mal, lo pasé mal el año pasado. Era todo mucho más reciente y no sabías el porqué de las cosas. Quiero ser cada día mejor torero y estar en la profesión al nivel que quiero estar y poco a poco lo voy sintiendo más cerca, voy adquiriendo todo ese equilibrio que hace falta tener en esta profesión. Dios quiera que esta corrida que marca mucho con el hierro de Adolfo sea una gran tarde de toros, que sea un paso al frente en mi carrera.

Dicen que los toreros cuando están felices en lo personal lo escenifican siempre en la plaza. Así fue el año pasado. Y este tu toreo en la plaza hace presagiar que pasas por un gran momento personal gratificante.

Estoy muy bien. Tengo mucho equilibrio interior y eso te lo da la gente que te rodea. No es fácil, porque esta profesión en el momento en el que está hay que estar todos los días a un nivel un poco reñido con tu forma de sentir el toreo. Parece que hay que tener mucha prisa, que todo sea rápido y ya… y eso a veces hace que tu forma de entender el toreo no salga con la fluidez que debe. Para que no te pueda el ansia del triunfo y la responsabilidad en una tarde tienes que tener esa tranquilidad interior que te la da tu día a día. Y eso gracias a Dios lo tengo.


También tu apoderado parece estarlo. Lo corroboró en Benidorm junto a Morante y Manzanares y ahora se anuncia en el festival por José Manuel Soto en La Maestranza… ¿cómo ha evolucionado vuestra relación en los últimos meses?

A parte de ser un torero grandioso, el maestro es una persona que su vida es el toreo. Todo lo que saco en conclusión de sus conversaciones es que respira el toreo. No puede vivir sin ello. Ese es el principal lazo de unión. No hace falta que hablemos mucho, porque nos sentimos cerca y además sabemos que es entre toreros. Si encima de todo eso, es tu apoyo en cuanto a hablar con los empresarios es muy importante. Entre el maestro y su sobrino Paco son pilar importante en mi carrera.

He querido evitar una pregunta que es obligada como periodista. Con todo el respeto del mundo, ¿cómo te marcó aquella tarde del 9 de julio?

Marca una vida. Al final uno en el toreo tiene total compromiso y sabe que estas tardes pueden llegar, pero cuando las vive tan cerca y de verdad sientes que se va alguien con el que has vivido cosas bonitas, con el que has tenido conversaciones de toros y hablado incluso de esas cosas, te hace recapacitar y te da una lección. Para mí ha sido un cambio radical en la forma de pensar. Y no lo debemos olvidar, porque aquí nos olvidamos muy pronto de los triunfos y de las tragedias. Esto sí que no se debe olvidar: la lección que en ese momento nos dio Víctor a todos y la unidad que surgió ahí no se debe perder porque al final es una de las esencias más importantes del toreo. Me ha servido para ver la vida de otra forma y sobre todo sentir mi profesión de una manera más pura, más bonita, disfrutando más y dándole más importancia a todos los que se ponen delante del toro. De verdad nos jugamos la vida.

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