Cárdeno claro era el sexto, ovacionado en el arrastre, al que Sergio Serrano saludó por verónicas a pies juntos pero iba a su aire el animal. Tuvo que echar todo raza Sergio Serrano ante un toro con el que otro hubiese tirado la toalla en la primera tanda. Entrega máxima del manchego, que porfió desde el primer momento que en otra época hubiese sido de macheteo en la cara. Lo intentó, salió a por todas el torero albaceteño y, aun sin música, logró conectar con los paisanos. Un metisaca trasero y un espadazo acabó con el toro.
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