Y un dato. Pese a todo el final pudo ser más feliz del saldado si desde elpalco se hubiera gestionado a favor de un espectáculo que en un momento clave necesitaba indemnizar al público. Fue en el 5º cuando si en vez de echar el freno de mano con la concesión de música ante una labor de El Juli merecedora de ello, los acordes de cualquier pasodoble hubieran levantado ánimos en un espectáculo que había tocado fondo en los toros 3º y 4º. El balance hubiera sido el mismo, o no, pero la historia hubiera tenido otro final; si no feliz si al menos de aquí paz y después gloria.

​EL pecado y la penitencia de Garcigrande

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EL APUNTE DE LA 4º DE "SEMANA GRANDE" (pjc)


EL pecado y la penitencia de Garcigrande


La corrida no fue buena para Bilbao y en consecuencia ni gustó en Bilbao ni satisfizo a los toreros por su frustración de no triunfar.

Y más que por su presentación -que también- muy justita, por su condición de tan poco fondo para tanta nobleza e intentos de querer embestir y por abajo.

Corrida que en otra plaza de picotazo y vamos que nos vamos y menores exigencia es posible que se hubiera ido al desolladero con pocas orejas en sus despojos y Ponce, Juli y L. Simón en hombros.

Pero entre todos cometieron el pecado de traerla a Bilbao y de ahí la penitencia de quedar todo el mundo insatisfecho, cuando no cabreado.

Y un dato. Pese a todo el final pudo ser más feliz del saldado si desde el palco -que es parte vital del espectáculo, por mucha independencia que se pretenda- se hubiera gestionado a favor de un espectáculo que en un momento clave necesitaba indemnizar al público -nunca pretendemos decir que favorecer a un torero. Fue en el 5º cuando si en vez de echar el freno de mano con la concesión de música ante una labor de El Juli merecedora de ello, los acordes de cualquier pasodoble hubieran levantado ánimos no ya para oreja del matador pero si para rebotar a las mínimas cotas de satisfacción un espectáculo que había tocado fondo en los toros 3º y 4º; y posiblemente L.Simón en el 6ª no hubiera tenido la tremenda presión, que se notaba en ansiedad de triunfo, y la historia hubiera tenido otro final, si no feliz si al menos de aquí paz y después gloria.

El que Ponce cortara una oreja y que el valenciano como Juli y L. Simón estuvieran por encima de la corrida en entrega, técnica y momentos toreros puntuales era la mínima oferta del contrato suscrito con el espectador, pero el guion previo prometía más, mucho más. Más incluso para que la plaza no hubiera registrado una entrada que para tal cartel resulta pobre.

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