A la puerta de chiqueros se fue Aguado a recibir al quinto, que no lo vio y por faroles se fue detrás al tercio. Empujó el toro en un gran puyazo, y al ganadero fue el brindis de Pablo. Hubo muletazos de mucha torería y hasta de mucha estética, pero sin lograr la conexión total con el tendido. Hasta le echó mano el animal por la disposición mostrada, pero no fue suficiente para tocar pelo. Ovación.
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