Castella, tras el primero, dijo que "lo único que tenía era la prontitud, venía muy bruto, sin clase ninguna, ni dejándole sitio ni bajándole la mano. Venía por el pitón contrario y era lo que más deslucía. Esto es así por más que lo he intentado”. Tras la oreja del cuarto, Castella dijo que "he podido torear a gusto, muy encajado y de verdad. El toro era bravito, había que abrirle los caminos y por abajo, obligándole, si no te derrotaba”.
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