Mientras lloraba Sepúlveda

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JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO


Hay que ser muy hombre para recoger la muerte entre tus manos, llevar la vida inerte a la enfermería, querer que te trague la tierra a las 20:25 y enfrentarte al mismo infierno veinticuatro horas más tarde en Pamplona. Muy hombre y muy héroe con alma inmortal. Como la de Víctor, en la que pensaba Curro Díaz hoy en San Fermín. Bendito amor a un ideal el de nuestra pasión.


Rompía en ese mismo momento en llanto la Sepúlveda que lo vio nacer, que lo vio hacerse hombre, que lo vio ser torero por casualidad y que lo vio enamorarse de Raquel. Se rompía por dentro la Sepúlveda que lo vio crujirse al natural en su portátil mientras tres compañeros le dejaban a Víctor la corona del pundonor haciendo frente a la tarde de Pamplona.Eso es de tíos, toreros en cristiano.


Hoy admiró la sociedad un poquito más a los que se visten de luces mientras lloraba el pueblo que pocos conocían hace un día. Mientras lloraba el rincón de la Castilla profunda que vio crecer, nacer y ahora irse al tío larguirucho, seco, espigado, de físico fuerte y alma humilde al que ayer un toro le quitó la vida en Teruel.Dura y pura realidad de una Fiesta que no entiende una sociedad enferma. Mientras, lloraban los 1168 corazones sepulvedanos por ver uno partío que no es sino germen de nueva vida. Porque Víctor muere porque no muere.


Retumbaban entre las peñas de Sol los llantos desconsolados de Sepúlveda mientras la fiesta era menos alborozada, la juerga menos risueña, el gozo menos jubiloso y la vivaracha sanferminera menos jaranera porque a Víctor Barrio lo había matado un toro. Y los toreros eran más héroes. Y el oro más adalid y la plata más insigne. Pero qué cojones los de Curro Díaz mientras lloraba Sepúlveda…


Ardía como fuego infernal el minuto de silencio entre el inconforme Sol alto, ese que quiere el toraco de Navarra pero no acepta la integridad de nuestra liturgia. Ese que lo quiere grande al confundirlo con trapío. Pero que es el que quiere Pamplona. El que ama la ciudad. El más grande del mundo… y se lo llevó ayer el de Teruel, el chico santacolomeño que le partió el corazón a la Fiesta.


Lo de Pedraza, mientras lloraba Sepúlveda, no pasó de debut deslucido, de caja sin sorpresa, de armas blancas sin defensa motora y de esperanzas vanas de la Francia que se lleva todo lo bueno de la casa Uranga. Y Curro roto por dentro, y Fandiño con agallas por fuera, y Del Álamo con chinchetas en sus entrañas por no dedicar al que hoy está en el cielo el triunfo que necesitaba para que el sistema crea en él de una puta vez.


Y eso ocurrió mientras lloraba Sepúlveda lágrimas de despedida a un torero de los pies a la cabeza. Mientras lloraba la Castilla profunda la gloria eterna y admirable de un torero con mayúsculas. Mientras tanto, el rito festivo pamplonés admiraba un poquito más a los que se visten de luces.Y mientras, se iba Víctor Barrio caminito de su Virgen de la Peña, en volandas de Rodolfo, entre vivas de Renatto y con la tarea nada fácil de darnos fuerza desde arriba. Eso es lo que hoy, mientras lloraba Sepúlveda, comprendió Pamplona.


FICHA DEL FESTEJO


Plaza de toros de Pamplona. Sexta de la Feria del Toro. Corrida de toros. Lleno en los tendidos.

Seis toros dePedraza de Yeltes, de embestida cortísima el grandón primero, sin fuste en su tranco el anodino segundo, parado en la segunda tanda el tercero, deslucido un cuarto manso, también deslucido un quinto sin empuje y mansurrón el complicado cierraplaza.


Curro Díaz, silencio y silencio.

Iván Fandiño, silencio y silencio.

Juan del Álamo, silencio y pitos.


INCIDENCIAS: Se guardó un minuto de silencio al romper el paseíllo en memoria de Víctor Barrio.


FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ


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