Dos no regañan si uno no quiere

EN CORTO Y POR DERECHO (PJC)

Dos no regañan si uno no quiere

¿Fue buena la corrida de El Pilar? en conjunto no. ¿Mala? puede, pero no horrorosa. 

¿Estuvieron bien los toreros? Ni bien ni mal a tenor del balance de silencios y una de aplausos a L. Simón tras despachar al animal más lucido (3º). 

¿Qué pasó para tanto aburrimiento y desencanto? 

Pues que toros (salvo el manso “con carnet” sobrero 6º de S. Domecq), toreros, público y viento no coincidieron ni dos momentos seguidos para al menos dejar algún detalle en la retina más que los pares de banderillas de A. Otero y que con la espada hubo diligencia. 

En el 2º el viento limitó terrenos y en esas dudas David Mora y el susodicho no discutieron salvo en una serie “guapa” y 3 o 4 buenos muletazos aislados. 

El 5º pedía por abajo, pero se resentía de fuerzas; si le consentías pasaba por allí, cuando no se rebrincaba. 

El mentado 3º, bonito de verdad, avisó que quería riña pronto y L. Simón se lo tomó con calma; para cuando quiso atacar el animal ya estaba sin papeles. 

Momentos brillantes de temple y ligazón, pero para editar cortando muchos anodinos. 

El Fandi cumplió bien, pero con discreción de espectáculo poco acostumbrada, sus dos esperados tercios de banderillas. Luego anduvo con la facilidad y flema que da el oficio para ser hombre de paz con un lote que guerreaba por libre y sin clase. 

Para colmo cuando L. Simón quiso jugársela y exprimir tal disposición con el manso sobrero, ahí ,ya, el público dijo nones. 

Sólo el presidente Martínez se puso de acuerdo consigo mismo para saldar, por una vez (“rara avis”), un festejo sin complicarse la vida ni joder a nadie. 

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

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