Una tarde `made in China´

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JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO


El espectáculo comenzó tres minutos y medio antes del arranque del paseíllo: gallarda, una manada de espectadores orientales se acercaba a las medianías del tendido 3 para ver la novillada del paquete turístico. “¡Se van en el primero!”, se jactaban los de atrás. Pero aguantaron todita la novillada. Entera y verdadera, para desgracia de los que querían cazar el sitio de localidad que no les pertenecía.


Con la misma educación con que presenciaron el festejo, vivieron el sopor de una tarde sin argumentos. Porque sólo hubo uno, y fue a medias: Made in China fueron dos horas y cuarto en las que el único no asiático de La Ventana del Puerto fue un primero humillador, con la baba a rastras, comiéndose la franela y dejando con la gloria sobre los labios a un Marcos al que, antes del volteretón que enterneció al Madrid no oriental, se le fue el astado.

De chinos fue la colocación de un charro que hoy retrocedió los pasos andados: llegó hasta el muñón Juan José porque las uñas se le terminaron en un callejón que hoy hirvió. Y es que ya superan la decena de animales los que Marcos ha toreado en esta plaza sin tocar aún pelo. No conectaba ni a la de tres el de Fuente: por un lado, por otro, por arriba y por abajo, hasta que llegó el sustazo, y ahí sí que Madrid sacó el pañuelo. Porque sí se cruzó en los finales con la muleta en la mano izquierda, pero no le propinó la verdad con la que ha demostrado permanencia en sus días de luces. Se quedaba loco el autobús made in China. Sólo un novillo y lo había visto (casi) todo: bravura, sangre y un triunfo que, de forma justa, nunca llegó. Ya podían irse de nuevo al Retiro. Pero se quedaron para ver a un mermado Alejandro que despachó sin pena ni gloria al cuarto entre enganchones. Y como con esos sí que no comulga Asia, en silencio lo despidió hasta la próxima, si la hay en el menor…


Estábamos ya en el epílogo del cuarto y seguían los nuevos aficionados erre que erre con conocer la cultura que los nuestros desprecian: aplausos en el tercio de varas, bocas abiertas en banderillas y caras de miedo en plena faena. Lo que sí la repelaban eran los ¡oh…! terminados en emoticonos nostálgicos cuando celebraban las estocadas, que veían como el justo final y no como la injusticia epilogar que cuatro políticos cobardes quieren ahora hacernos creer elecciones vista. Y eso que algún listo decía que se piraban en el primero…

Vino entonces del oro del Perú y no del descubrimiento británico el gran Galdós que ayer vio salir el Baratillo a hombros y que una mala baza de La Ventana se lo impidió hoy en Madrid. Tiene el arma de su gran capote, el disparo de su avispada resolución y el bazoca de su sentido común. Se marcó como meta en 48 horas los dos escenarios taurómacos más importantes del mundo, pero sólo ganó Joaquín un primer asalto que lo visualizó Triana y no China. Y se lo recriminó con saña algún desalmado en el tendido: ¡Esto no es Sevilla! Ni caso un Galdós capaz con el capote, sincero con la muleta y desacertado con la espada.


Con la exigencia de los bravos le metió la cara el segundo en las dos primeras tandas, para ir consiguiendo meter a Asia en su labor e hilvanar muletazos de calidad. Bravucón fue aquel de La Ventana, que metió la cara más intermitentemente en los naturales del novillero. No lo hizo un quinto que aburrió al personal entre los dires y diretes de los inconformes con el peruano, que ya camina a la gloriosa Istres, sendero final de etapa.


De quilate americano y no asiático vino la gran virtud de estructuración de faenas de Juan de Castilla. Sabe lo que quiere porque sabe cómo lo debe ejecutar, aunque se columpiara con un sexto del que abusó en dos tandas innecesarias, pero lo supo llevar a cabo en un tercero del que exprimió la buena humillación. Hasta tres tandas con ligazón dejó el colombiano, que fue avispado al ver la distancia y medida perfectas para hacerle frente a diestras. A zurdas bostezaba Asia, y no quería saber nada de la entrega del chaval.


China se fue contenta. No volverá por estos lares, pero tampoco, por desgracia, sabremos nosotros llevarles el alma de nuestra Fiesta a su continente. Es el problema de creernos el ombligo del mundo y no saber explotar nuestra riqueza apostando por comunicarla más allá de los Pirineos. Y, entre tanto, saldrá un nuevo pliego que lo que hoy ocurrió en Madrid con un autobús de asiáticos no lo sabrá valorar, porque ¿para qué complicarnos la vida si lo que hasta ahora hacemos nos va bien? Por Dios, por Buda o por Confucio, nos quebremos la cabeza…


FICHA DEL FESTEJO


Plaza de toros de Las Ventas. Feria de San Isidro. Novillada con picadores.


Seis novillos de La Ventana del Puerto: con calidad el buen primero, bravucón sin calidad el segundo, de calidad también el tercero, soso y sin romper el cuarto, manso y deslucido el quinto, deslucido y a menos el sexto.


Alejandro Marcos, vueltas al ruedo y silencio.

Joaquín Galdós, leves palmas y silencio.

"Juan de Castilla”, silencio y silencio.



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