Curro Durán y Manolo Vanegas destacan ante una gran novillada de Guadajira

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MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO


Una novillada con picadores con algo más de 5000 personas en los tendidos acogía este domingo la Monumental de Las Ventas. El hierro de Guadajira volvía a ser parte de los festejos menores en la primera plaza del mundo en la que Manolo Vanegas, Amor Rodríguez y Curro Durán hacían el paseíllo.


Buena era la estampa del colorao que abrió plaza, rebrincando la embestida en el percal de Vanegas hasta no permitirle rematar el saludo. Arriba echó la cara en varas y cantó aspereza en la condición, pero ese mismo defecto pudo convertirse en virtud en la muleta. Porque se fue tras el trapo cuando volaba por abajo y repitió el viaje cuando se la dejaban en el morro, pero no se produjo siempre esa circunstancia. El viento y el desacople propiciaron, además, una voltereta que pareció despabilar a Vanegas, porque después y al natural llegaron los mejores pasajes, con el animal más templado. Con manoletinas quiso concluir para llevarse otro volteretón espectacular, dejar una estocada tendida y saludar una ovación.


Corto se quedó en el percal el segundo de Guadajira, más corto también de estampa, al que tuvo que perder pasos con oficio Amor Rodríguez para lancearlo con soltura. Con ajuste quitó Curro Durán, que se echó el capote a la espalda para pasárselo por la faja. Inteligente el inicio de Rodríguez, empujando por alto la llegada del roncador animal antes de meterse con él. Tenía el toro fijeza y recorrido por el pitón izquierdo. Utrero de muleta muerta, corazón a mil y a morir por dios para un tío dispuesto a apostarle, y lo intentó Amor con más técnica que abandono para estar correcto con un novillo de premio. Se atascó con el descabello y el tendido se impacientó. Silencio tras aviso.





Sin probaturas se fue Curro Durán a lancear al tercero, que le metió la cara abajo un par de veces antes de salir suelto ante la decisión del sevillano. Desde el inicio por doblones se vio la decisión del chaval, que se hundió en la arena, le dio distancia al descompuesto utrero y le aguantó con mucho valor la llegada de cara suelta, acompañando el viaje hasta el final sin dejarle arañar trapo. Cuatro series le duró la transmisión al de Guadajira antes de afligiese por la tremenda firmeza de un Durán bisoño pero tremendamente convencido, firme y dispuesto. En el morro le dejó siempre la sarga el sevillano a un animal que se vino a menos. Tremendo el final por bernadinas con el trapo escondido tras de sí, sacándola en el momento del cite. Un aviso le sonó antes de entrar a matar y salir volteado dramáticamente en el primer encuentro. Pinchó, sonó el segundo aviso y todo quedó en silencio.


El cuarto salió con codicia, humillación y boyantía para colocarle la cara por abajo a Vanegas en el capote. Se gastó mucho al derribar al caballo de la puerta y quedarse encolado en el peto, lo que le restó ímpetu en el quite de Amor Rodríguez. Tras un inicio dubitativo, llegó el acople de Vanegas con el novillo en una serie de mano zurda por abajo, de giro de talón sin perder pasos y ligazón plena con la codicia del animal haciendo el resto. Pero se quedó muy encima entre tandas y terminó el novillo buscando aire, sin fuelle para repetir en la cercanía del novillero, que terminó escuchando Palmas de tango, metido entre los pitones. Lo mató de una estocada y dio vuelta al ruedo.


El castaño quinto buscó la gatera de salida y manseó en los primeros tercios hasta que se quedó solo con Amor Rodríguez muleta en mano. Por abajo el inicio, con doblones exigentes para restarle brío al emotivo animal, que se fue detrás del trapo con emoción y codicia. Abajo se la echó Amor para hacer que rompiese Madrid en una tanda, pero quedó todo luego desdibujado tras un pisotón inoportuno que le mermó la firmeza. Gran novillo el de Guadajira, que no perdonó los errores de un novillero en formación. Pinchó, además, y escuchó silencio tras dos avisos.


A la puerta de chiqueros se fue Curro Durán a saludar al sexto con un farol para comprobar después cómo hacía el utrero cosas de reparado de la vista. Se vino encima arrollando unas veces, se abrió de más otras y volvió ancas en la media distancia para seguir el objetivo sólo cuando estaba muy encima. Valeroso y firme anduvo el sevillano con el incierto e informal novillo, que tan pronto humillaba como se venía buscando corbatín. Dio con la tecla a zurdas, tragando la embestida vencida y la vista cruzada para trazarle largo, con el embroque siempre comprometido. Buscó los efectos en el final de faena para que no se fuera la tarde y tiró de valor y disposición para pisar Madrid como lo hace un novillero. Falló con la espada, escuchó un aviso y en silencio concluyó su labor.


FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Novillada con picadores. Más de un cuarto de entrada.

Novillos de Guadajira, áspero pero repetidor y emotivo el primero, de gran pitón izquierdo el segundo, descompuesto y de cara suelta pero repetidor el tercero, de gran humillación y codicia a menos el buen cuarto, enclasado, profundo y boyante el gran quinto,

Manolo Vanegas, ovación tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso.

Amor Rodríguez, silencio tras dos avisos y silencio tras dos avisos.

Curro Durán, silencio tras aviso y silencio. 

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