Curro Díaz: " Me sentí querido y comprendido con el toro del Tajo en Las Ventas"

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" Me sentí querido y comprendido con el toro del Tajo en Las Ventas"


" Cuando vi que no estaba anuniado en San Iisidro, le llamé a mi  apoderado que quería ir cualquier domingo de la temporada"





Entrevista por Pedro Javier Cáceres


Domingo de Resurrección, fecha emblemática Madrid rugió. El cante flamenco de Camarón lo ha sido todo. Lo más parecido al cante de Camarón hecho tauromaquia es cada vez que comparece Curro Díaz, sobre todo en su plaza de Madrid.


 Enhorabuena porque hay que ver cómo rugió Madrid.


Muchísimas gracias. Es un privilegio como torero poder torear en la plaza más importante del mundo. No hay nada igual en Madrid. En mi carrera ha sido fundamental y sigue siendo.


¿Cómo te sentiste?


Delante de un toro nunca se está a gusto, pero lo más cerca de tocar el cielo es poder torear muy despacio un toro en Madrid y ver esas caras de felicidad. Además, de sentirte querido y comprendido.


Salvo tu toro, la corrida dio pocas facilidades.


Madrid es difícil, por eso es tan grande Madrid. No sé si es más complicado que embista el toro y la exigencia del toro en Madrid… Madrid quiere que te pongas muy de verdad con los toros y tienen que ser pronto y en la mano. Y por eso es tan difícil y a la vez tan grande, son obras de arte efímeras y claro.


No apareciste en San Isidro, te dieron un hueco en Resurrección.


Mira, iba a Portugal a tentar y veo que no estoy en los carteles. Le digo a Jorge Buendía que existen dos soluciones: cabrearnos y ponernos a llorar aquí o si te llaman para cualquier domingo de Madrid, tienes que decir que sí. Yo quiero torear en Madrid porque necesito torear en Madrid. Además, torear en Madrid es buena fecha. Y cuando nos hablaron de torear el Domingo de Resurreción, dijimos que sí.  Madrid es Madrid. Yo toreo en Madrid hasta en el bombero-torero. Torear en San Isidro está bien, pero lo más importante es estar en Madrid.


Uno las firma y otros las torean…


Estaba anunciado en San Isidro y por una cornada no pude torear ninguna de las dos. La vida es eso, y nunca se sabe. Por eso es tan bonito y grande el toreo, porque nadie sabe lo que va a pasar mañana. La vida va cambiando. A nosotros, los toreros, nos cambia la vida en un minuto para bien o para mal. Y la temporada es hasta octubre y no puedes relajarte.


Hubo un titular precioso de la entrevista de Plaza1: “Nací en Linares, pero Madrid me resucitó”.


Parecía una premonición. Yo nací en Linares y fui un domingo de agosto a confirmar en Madrid con una del Cura Valverde y Madrid me puso en el camino. Después llegaron muchas tardes más en Madrid, pero el titular refleja lo que es mi vida taurina. Yo nací en Linares y resucité en Madrid. Y hoy en día, debo mucho a Madrid y a la resurrección de Madrid.



Más que resucitar, había que ratificar.


Me da la sensación de que siempre voy a Madrid como un novillero y me quedan muchas cosas, y me quedan muchas cosas que aprender. Veo cosas, desconozco mucho porque cada día desconozco más del toro.  Madrid es como el mar: es algo maravilloso, pero no sabes qué te vas a encontrar.  Y la tarde del otro día será de las más bonitas que he tenido. A parte de la de Baltasar Ibán y otras más.


Cambiando de tercio, tu corte de torero es muy sevillano… No sé si te enfadas por no estar en Sevilla.


Me toca la sensibilidad Sevilla porque me toca la sensibilidad. Los enfados te los llevas a casa porque uno no puede estar todo el día reclamando ni reivindicando nada. Los toreros queremos torear. Y no tengo que reivindicar nada para estar en Sevilla, son circunstancias que tampoco le entra al aficionado en la cabeza. en la cabeza. Y nunca he tenido ningún roce con la empresa nunca. Decía Canorea que la plaza no se mueve, pero yo quiero torear antes que la hagan solares o pisos…


¿La temporada pinta bien?



Siempre se dice lo mismo: nos encontramos en el mejor momento de nuestra vida y tal. Pero ahora tengo esa felicidad. Mira, cuando empezaba con muchísimos defectos, y sigo teniendo muchísimos defectos, sabía lo que quería hacer, pero no sabía cómo hacerlo. Y ahora acaricio cómo hacerlo y eso me da felicidad. Estoy en ese punto, al menos intuyo tocar los resortes para torear como siento.

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