Debacle de Juan Pedro Domecq en Resurrección
LA CRÓNICA DE ALEJANDRO M. CARABIAS
La divisa sevillana da al traste la tarde de mayor categoría del abono sevillano
Tres años después, se volvió a colgar- y cómo no con el cartel que había- el no hay billetes. Tan esperado. Trenzaron el paseíllo los mayores representantes del toreo sevillano: Morante, Ortega y Aguado. Los toros de Juan Pedro. Y uno de Virgen María de sobrero. De los 8 toros que salieron al albero maestrante no embistieron ninguno. Únicamente, se dejó algo el primero de la tarde. En el que Morante le recetó lo más importante. Unos cuantos naturales. Dejó pinceladas el cigarrero. En su segundo, de Virgen María- el más serio del encierro-, que hizo de sobrero, no encontró ningún resquicio de bravura. Deslucido el animal.
Al igual, Juan Ortega se estrelló con dos toros desrazados y ayunos de casta. El sevillano, de purísima y oro, se estiró a la verónica con su primero e hizo un quite muy sabroso por el mismo lance. Ahí quedó la actuación de Ortega.
Si Ortega se encontró con un pésimo lote, Pablo Aguado no encontraría algo diferente. Aguado estuvo digno y sereno durante toda la tarde. No tuvo opción alguna de lucimiento. Solamente en el último toro de la tarde por verónicas. En su primero, que hizo de sobrero, no opción alguna el toro.
En definitiva, y tras dos horas y media largas de festejo, quedó la sensación de que el cartel merecía mejor ganado.
Plaza de Toros de la Real Maestranza de Sevilla. Toros de Juan Pedro Domecq, de diferentes hechuras y mal juego, y uno de Virgen María, sobrero en cuarto lugar, deslucido. Lleno de no hay billetes.
Morante de la Puebla, ovación y silencio
Juan Ortega, ovación y silencio
Pablo Aguado, silencio y silencio
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