Tres del mismo Bilbao y un señor de Burgos

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Pjc 1Y Urdiales puso paz.



Tanta para que EL DIA DESPUÉS, el final de feria, una correcta victorinada, pero simple en su D.O, supusiera una conciliación de afición, público, Junta, Matías, los Chopera, etc., repercutiendo en un triunfalismo y eco amplificado de las dos orejas de Ureña, que no se pueden decir que sean de Bilbao, o del mismo Bilbao.



Antes, Jandilla puso el listón de lo que debe ser Bilbao, teniendo el toro como base de todo. Corridón.



Y antes de antes, la telonería de la Semana Grande cumplió las previsión toro, con un gran ejemplar de Puerto de San Lorenzo, dentro de un lote muy serio, y previsiones artísticas con las actuaciones de Juan del Álamo cuajando ese toro hasta oreja, de Bilbao, y la entrega de Morenito de Aranda y Joselito Adame.



El martes cómo lució Padilla al Jandilla, mentado, toro de la feria; el resurgir de El Cid y el emerger de José Garrido , ambos con orejas sin discusión.



Atrás quedaba la puerta grande del novillero Roca Rey, que por fortuna no fue la única.


No mucha gente en los tendidos: los precios, el Atleti y la tele fueron hambre para las ganas de comer butacas, azul Bilbao.

En el cogollo acudió la gente.



Pero disminuyó el toro con Juan Pedro Domecq y Garcigrande, juntando entre ambos 4 –de 12- con dignidad de bravos, de Bilbao. Menguaron 8.



José Mari Manzanares compuso hasta una muy justita oreja (no del mismo Bilbao), Morante de la Puebla descompuso y Miguel Ángel Perera mudó la color ante su infortunio.



Enrique Ponce sumaba orejas de maestro en dos tardes coincidiendo con su 60 paseíllo y llegó el escándalo con la puerta grande hurtada a El Juli, una más, en actuación incontestable.



Con la corrida debutante de Antonio Bañuelos, que para tal baile ¡y en Bilbao! vistió a la niña con coletas juveniles de Pipi Calzaslargas, síntomas de anorexia, jeans y manoletinas con empeine en purpurina… ¡agua! Se tocó fondo.

Follón, batiburrillo y todos contra todos.



Alcurrucén, su toro favorito (de nombre) y Diego Urdiales devolvieron a Bilbao sus señas de identidad.


Txacolí fetén… abundante para culminar el domingo en la operación garbanzo (en Bilbao son así, el remojo de ablande con caldo de la tierra).



Y todos, con todos. Una piña. Colorín, colorado….



“Empujó Ponce, arrolló El Juli reventando el palco y devastó todo el naufragio de

culpabilidad compartida del debut de Bañuelos…”


“Y Urdiales puso paz”




Empujó Ponce, arrolló El Juli reventando el palco y devastó todo el naufragio de culpabilidad compartida del debut de Bañuelos…



Y Urdiales puso paz.



Tres del mismo Bilbao y un señor de burgos. Vamos, Ponce, El Juli, Urdiales no son nacidos en Bilbao.


Ni en el mismo Bilbao ni en la franja metropolitana ni periferia, pero Bilbao, a los que quiere suyos, les faculta nacer donde quieran…



¡Ah! Matías, el presidente, se pregunta usted… pues creo que es de Basauri ¡pues!

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