​Las Ventas: Un fraude (s.f.) de 20000 millones

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Millón arriba millón abajo, más arriba que abajo, 120 kilos de euros es lo que sólo en concepto de canon lleva recaudado la Comunidad de Madrid por la explotación de los toros en Las Ventas desde los “cambios de regímenes”:



En 1981 el cambio taurino de la mano de Manolo Chopera, tras la anestesia a los reaccionarios al cambio de la perpetuidad de la familia Jardón, que supuso la mala gestión de Canorea y la obscena de M. Berrocal; en 1983 el cambio de Diputación Provincial por el de Comunidad Autónoma; todo principia un nuevo ciclo taurino con un toro mayor en volumen y una afición que pasa del rigor que le dio tintes de la más equilibrada del mundo a la intransigencia que muchas veces bordea lo chufla.



Y desde 1988 (Crowley y North) se empieza a hablar del “cambio climático” como causas naturales para incrementarse los estudios como causas antropogénicas en 2004 (Oreskes).



Desde Manolo Chopera han gestionado la plaza los Hermanos Lozano y los Martínez Uranga en sus tres versiones: rehenes de San Román por recomendación de los barandas de la CAM, en solitario y últimamente el consorcio de “ego te absolvo, ego te absorbo” con la operación Casas y Toño Matilla cerrando el cartel. Esta última explotación bajo sistema de canon es la de menor recaudación con 2.4 (aprox.) millones de euros anuales.



En anteriores etapas bien por gestión interesada o por concurso (subasta dirigida y encubierta) hubo largos periodos de ingresos anuales de cerca (más) de 6 millones de euros, tan sólo por el concepto indicado.



En esas mutaciones parece haber desaparecido el fraude por afeitado que no el fraude identitario respecto del toro (recientemente Montealto- aunque embistiera- Pedraza, gayumbada importante con algunos ejemplares como si fueran hijos de los “floritos bous”, y el pasado jueves la de Salvador Domecq, como si la parada que tira de las carretas del Rocío hubiera sido remarcada con hierro de prosapia) y sigue y continúa el fraude (s.f.) de las esencias del espectáculo taurino que ya indica el obsoleto reglamento como causa de suspensión :“Y si el tiempo no lo impide”, no solo refiriéndose a la lluvia, sino, principalmente, al viento por la adulteración del espectáculo en cuanto a terrenos y sobre todo a seguridad de los toreros que ya de por sí exponen su vida en circunstancias normales.



Es posible que, independientemente que el cambio climático agudice una condición natural, toda la vida de Las Ventas haya estado marcada por el viento, pero los tiempos cambian, como estamos exponiendo, y las técnicas cada vez se sofistican más.



Los últimos casos son palpables y patéticos. La bueyada de Salvador Domecq puede que enmascarase que el fracaso del espectáculo estuvo en su morucha condición, y que, puntualmente, la gravísima cogida de Fortes no tiene nada que ver con “Eolo”; pero sí el desperdicio a aforo vendido de una buena corrida (grandona y con la edad para caducar, también cierto) de Parladé –el viernes- que no sólo, seguro, hubiera lucido bravura y propiciado espectáculo en otros terrenos que no fueran el tercio, y de querencia. Es más, hubiese permitido a Abellán, Perera y Fandiño, no solamente jugarse la vida, que lo hicieron, sino torear, que esto es el “arte de torear”, para deleite de todos, principalmente los que pagan y que acuden a “los toros” a algo más que la tragedia, menos ventosa; y de paso que esa afición ilustrada que va degenerando hubiera medido con rasero taurino las actuaciones de los espadas antes de increparles y protestarles porque el viento no hace ruido y en los tendidos de sol no se percibe como daño propio.



No es que a la Comunidad a lo largo de estos años se le reproche, que sí, no haya solucionado el “tema” porque al no afectar directamente a la salud del cliente sabe que la gallina de los huevos de oro va seguir en San Isidro, no; es que no han hecho ni intención: apenas alguna mueca, dicen que han manejado estudios, pero no han sido capaces de gastar (de lo que genera el toro) 300 o 600.000 euros ( 0,25- 0,5%, de 120 millones en 30 años) en convocar un concurso –serio- internacional de proyectos; quizá porque a las más eminentes figuras españolas y mundiales de la materia no podrían manipularlos en fusiones ad hoc de sus conveniencias como han venido haciendo con los concursos de explotación.



O quizá, lo más lamentable, es que mientras la corrida de Parladé se desnaturaliza por el viento (es la muestra de muchos botones por la ubicación del coso, que es otra circunstancia que aconsejaba medidas hace tiempo), el debate de Comunidad, Empresa y Profesionales está en la “pendiente desde la boca de riego a los burladeros”. Sin que por parte de los profesionales se haya instado de forma seria a que no jueguen con su seguridad por causas climatológicas. ¡Claro! Que en el asunto enfermerías si no es por los propios cirujanos seguirían conformándose con un ambulatorio de primeros auxilios.


Eso sí, alguno sigue considerando importante cambiar el color blanco de las rayas por el sangre de Sevilla.

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