Sin miedo a volar

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Mi historia de hoy es de refugio estadístico ante la consternación del accidente aéreo de ayer. Más si, servidor, es usuario habitual del avión por corto que sea el trayecto. Confieso que no tengo ningún miedo a volar, incluso más, me pone; me da un plus de ejecutivo agresivo.


Los datos son elocuentes para seguir confiando en la aviación como un medio seguro, incluso el que más, y ahí, dentro del sentimiento encogido, vuelvo a coger aire.

Podría dar muchas cifras, porcentajes etc. Pero creo que hay un dato global significativo: 70.000 víctimas mortales, total, desde que se inventó el “parato”. Una ya es mucho, pero la vida tiene estos riesgos y si, en esta fase de autosugestión positiva, hacemos una división elemental por los millones y millones de pasajeros transportados.


Más cuando un automovilista compulsivo, por razones laborales, salda una pila de 5.000 kilómetros al mes, y hoy mismo en el diario el mundo se publica un informe por el que se conoce que solo en Europa en 2014 ha habido 25.700 muertos. 70 ciudadanos de UE se dejan la vida diariamente en la carretera. 50 fallecidos por millón de habitantes.


Todo ello con las limitaciones que tiene el transporte terrestre. Incluso el ferrocarril cuyos datos en porcentaje son superiores en siniestralidad que el avión.


No pretendo el consuelo de las familias y amigos de las víctimas a los que solo cabe sientan la solidaridad y el calor de todos los semejantes, incluso de aquellos que utilizan el dolor de los deudos desde la ideología del capitalismo de estado, faro del comunismo, precipitándose bastardamente en buscar culpas más allá de las que se investiguen y se conozcan en rigor, que, es obvio, habrá que exigir. Pero todo a su tiempo, sin intenciones espurias, ni cobardemente guarecerse en el burladero de las, más que nunca, “redes suciales” como han hecho entre otros el “hermanísimo” de ese chaval que capitanea a los comunistas españoles y que, a las primeras de cambio, acaba de cosechar un “éxito “sin precedentes en las elecciones andaluzas, quizá quien se ha marcado el objetivo de hacer realidad la chanza de Izquierda Hundida. O aquellos que se han mofado de las víctimas por ser catalanas y cuyo vómito les puede pueden tragárselo tras la investigación que ha abierto el Ministerio del Interior. Fascistas, los unos y los otros. Los extremos se tocan. Por cierto, retornando al comunismo: olvidan los garzones y sicarios que son líderes en inseguridad, obsolencia, falta de revisión, accidentes y víctimas con aparatos fabricados por ellos. Para muestra el botón del “yakolev”.


Simplemente los datos son datos, y contra ellos no cabe opinión ni argumentos. Y, por que las desgracias de muchos, son epidemia de la que ninguno estamos a salvo.

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