Mi historia de hoy tiene su poquito de guasa, y de contradicción conmigo mismo de mis mismerías.
Les cuento: presumo de no ser supersticioso, incluso me gusta el 13, y el martes, y una combinación de ambos o su versión sajona de viernes y 13. Incluso no recelo del amarillo, y si en los días de lluvia tengo que pasar debajo de una escalera para no mojarme, no dudo. No pongo cuidado si me levanto con un pie o con otro, de hecho soy zurdo, agradecido por tantos días de gloria que he sentido como futbolista.
Pero miren llevo todo el día tocando madera.
Hoy es 23 de febrero….
Lo más sonado es el golpe de estado del año 1981.
No sé si es instintivo o no, pero cada instante busco un tablero como si fuera poleo o ungüento amarillo.
Hubo un tiempo, ese periodo, corto, 1981- 1984 que pensaba si no era conveniente retirar la fecha del calendario, un 22 bis, o un 24 pre, como se hace excepcionalmente con los dorsales de los deportistas. Pero en sentido contrario.
Y sugiero que ahora que no hay día que no sea conmemorativo mundial de algo, este 23 de febrero, si seguimos la favorable tendencia desde 2002, sea declarado “día Internacional de la madera antídoto”.
Más después que ésta tarde todo el mundo en la redacción se ha estremecido con el asunto del terremoto mientras, servidor, le daba el capricho de las 17.30 a la próstata ¡oiga! Sin verter ni una gota fuera.
Tampoco tiene mucho mérito, ahora; antes sí cuando solía salpicar la corbata y hasta me chispeaba la barbilla, pero el que hoy no le salieran pecas a los zapatos, segurito estoy, ha sido cosa de la madera.
Lo dijo Marx, no el chungo, el auténtico, Groucho ¡más madera, más madera!
¡OJO! No vale sobar un comisario; menos un agente. Que la madera también tiene contraindicaciones.
Escribe tu comentario