Mi historia de hoy es de conciliación con la política que viene. No con toda, o mejor con lo excepcional.
La transparencia de Ciudadanos, algo no usual cuando todo el mundo trata de vender humo y regalar los oídos.
El partido de Rivera, pese a la sordinas que las hordas mediáticas del bipartidismo le quieren poner protagonizó ayer un hecho con pocos, o ningún, precedente en política: ser sinceros en sus propuestas, pragmáticos –hechos que puedan cumplirse- y no rehusar la verdad de lo que piensan aunque fuere tirar piedras contra sus tejado.
Ayer presentaron el primer tomo de su programa económico que versa sobre las reformas estructurales en materia socio laboral. Un programa ambicioso, vanguardista, llamativo, pero nada alarmante, nada que no sea posible.
Pero hubo algo que les distingue de los demás cuando sin ser materia de ese primer tomo, en próximo días presentarán el apartado fiscal fueron tajantes en no rebajar el IVA cultural. Si apostaron por bajar dicho impuesto en general, a lo que fuera posible, tampoco se aventuraron a dar duros a peseta pero no hacer excepciones de algo que aun siendo de primera necesidad espiritual, no deja de tener su vertiente industrial y que no es más importante que los artículos de primera necesidad corporal.
Una declaración valiente, como todo el programa cuyo mayor activo es, pese al ninguneo dirigido de los grandes medios, ya ha provocado multitud de reacciones que testan que pese a todo el desdén que muestran por Ciudadanos, éstos preocupan.
Tanto que el PP lo ha tildado de centro izquierda y el PSOE le ha encuadrado en el centro derecha.
Ambos, sin quererlo han diagnosticado la auténtica alternativa en la que se han de apoyar, sí o sí, si es que quieren gobernar.
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