Puerta al Puerto

|

Puerta al Puerto

¿Qué se dice de la nada? ¿Qué lectura tiene una página en blanco? ¿Qué melodía se escucha del silencio? Daniel Luque lo encontró en la infumable corrida de Puerto de San Lorenzo que lastró la segunda de abono en El Bibio.


Puso las letras al folio virgen, luz al ocaso de la tarde tras tres toros tan nobles y enclasados en su embestida como inválidos para la lidia, mas no consiguió la sonoridad que da un olé, de esos largos, a las plazas de toros ni tampoco el clamor de las palmas del aficionado satisfecho cuando se pasea por el platillo oreja en mano un torero vestido de luces. Sí hubo cariño en la calurosa ovación que recibió desde el tercio. ¿Por qué no la vuelta al ruedo a pelo? La moda es que ya no se lleva...


La oportunidad de levantar la tarde en ese cuarto toro, la "ventana" para lanzarse en nuestra huida del tedio se desvanecía como la esperanza de que un toro de Puerto de San Lorenzo reuniese las cualidades de los tres primeros con la fortaleza, sin exageraciones, de los tres últimos. Así es el toreo.


Luque creyó en que era posible reconducir la tarde y así lo manifestó desde que el cuarto asomó por toriles. Antes, con el que abrió plaza, al que galleó por chicuelinas previo a simulación de la suerte de varas, lo mimó en labor de enfermero mas su buena condición se quedaba a media asta por la flojera en su embestida. Luque declinó hacer un quite tras derrumbarse el del Puerto. Lo colocó en los medios sin un solo muletazo, perdiéndole pasos, para no fatigar al enfermo. Embistió humillado, con lentitud pero sin el empuje necesario para que la faena tuviera eco en los tendidos.


A sabiendas de la merma de los toros picó trasero y escaso al cuarto al que esta vez sí quitó por chicuelinas. El hierro de La Ventana del Puerto hacía cambiar el chip y tras un brindis al público la esperanza estaba puesta en la muleta de Luque. Una tela comandada con la clarividencia del gran momento que atraviesa el torero de Gerena. Una franela que pudo a la embestida con transmisión y de violentos finales. Metió al toro al en la muleta con seguridad para firmar lo más destacado de la tarde, que, parece, no fue suficiente para cortar una oreja de tímida petición que hubiera cambiado el sino de la tarde. El toro tardó en morir tras una estocada ligeramente desprendida y además sonó un aviso entremedias. No hubo oreja como tampoco toro.


El paciente público gijonés fue saludando, inválido por inválido, a todo lo que salía de toriles. Ayer, que había, se podía haber "molestado" al sobrero de Los Bayones que aguardaba en chiqueros... no hubiese estado de más sacar el pañuelo verde en el tercero para regresarlo a corrales como dicen los mexicanos. Tiempo hacía que no se escuchaban broncas en el arrastre de un toro en Gijón. Ayer, tres a las primeras de cambio.


Juan del Álamo saludó de rodillas en el tercio con dos largas cambiadas. La voluntad de del Álamo se estrelló con la debilidad extrema de un toro con recorrido y clase en su embestida pero sin fuerza. A Juan del Álamo, y a casi ningún torero, le sirve el toro dócil y de caída fácil. Por eso lució más el concepto de del Álamo con el quinto, que se quedaba a medio viaje, medía y a punto estuvo de llevarse por delante al torero. Había que someterle, obligarle con una muleta con mando y Juan del Álamo lo sometió toreando de frente y tapando la salida cuando fue menester para evitar su huída a tablas. Luego de rajarse el de Puerto de San Lorenzo, del Álamo epilogó la faena voluntariosa con cuatro manoletinas de ceñida ejecución y un pase de pecho como colofón que provocaron la reacción del público. La espada, como tantas tardes esta temporada, evitó un trofeo que quizás, por la necesidad del El Bibio a disfrutar, hubiese llegado para el torero de Salamanca.


Jiménez Fortes sorteó de lo malo, lo peor. Tocaron las palmas cuando se cambió el tercio de varas casi sin picar a un toro que no se tenía en pie y que, al final, se partió la mano izquierda en una desagradable estampada. Fortes optó por abreviar. Eso sí, lo mató por arriba dejando una buena estocada en lo alto. No pudo hacer más.


Cuando salió el sexto se levantó el aire y comenzó a orbayar provocando pequeñas desbandadas. Otro día, con tiempo, hablamos de las plazas cubiertas.


Abanto de salida, no hizo nada positivo en los dos primeros tercios, ni el de varas ni cuando prendieron las banderillas con los colores de la Málaga natal del torero.


Quitó por chicuelinas, marca de la casa, a saber: de verticalidad impávida. Pese al vendaval que azotó la plaza se fue al centro del ruedo para citar de lejos al toro. El pase cambiado por la espalda lo dio con el estaquillador. El aire hacía volar la muleta pero a Fortes no hay quien le mueva del sitio. Como si estuviera clavado en el ruedo. El toro, cabeceando con las corrientes de Eolo como si de ciudadano tarifeño agobiado por el levante fuese, ya había dicho nones mucho antes de que el público y torero perdiesen la esperanza del último cartucho. El lote de Fortes no sirvió ni para apuntar, mucho menos disparar con dos toros sin pólvora de triunfo.


Foto: www.circuitostaurinos.es

Sin comentarios

Escribe tu comentario




No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes. Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.