Sin darse importancia

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Sin darse importancia

Abrevió El Juli con el manso y brusco segundo de Daniel Ruiz. Quien entendió la brevedad respetó el acto mientras que no pocos pusieron el grito en el cielo por el sentido común, disfrazado de apatía, de El Juli. El saludo con el capote al quinto supuso borrón y cuenta nueva. Sin darse importancia, El Juli hizo tornar los silbidos en olés y a sus detractores en cantores de olés. Los puso de pie un par de veces en la faena de muleta. Sin darse importancia. De lo inusual hace lo común.


Predominó el mando y el temple en series de mano baja, con el toro cosido a la franela en una faena prologada por estatuarios que, sumados al brindis, predispusieron al público, tres cuartos de plaza, al triunfo. Se sucedieron las tandas, sobre todo por el pitón derecho, medidas. Muletazos con ajuste, de estaquillador a ras de arena y viaje largo. El toro, colaborador, obedecía sin oposición a la contundencia de El Juli. La calidad precedió a los circulares convertidos hoy en el sumun taurómaco para el gran público. Igual que las manoletinas. Una estocada efectiva y trasera dejó al toro sin puntilla. La petición del doble trofeo fue un clamor y los dos pañuelos asomaron por el balcón presidencial. Y un tercero, azul, para la vuelta al ruedo del toro de Daniel Ruiz de incierto comportamiento en los dos primeros tercios.


Enrique Ponce atraviesa una racha negativa con la espada y Cuenca no ha sido una excepción. El abreplaza, de gorda estampa, fue tratado con mimo por Enrique Ponce. Aprovechó el torero esa nobleza para firmar naturales de buen trazo y templarse por el derecho. El toro, repetidor y tomando los vuelos por abajo pecó de escasa transmisión dejando al público con la duda de pedir la oreja. Unas dudas disipadas por los aceros. Aceros que no impidieron el trofeo en el cuarto. Lo brindó Ponce al público aunque para brindis el cambio de mano con que remató el tanteo inicial. De los de olé y palmada. Sin darse importancia tampoco.


Ponce dio distancia, ahormó la embestida, de cabeceante humillación. Muleta adelantada y toreo en redondo fue la fórmula que Ponce empleó para ligar las tandas por el pitón derecho. El de Daniel Ruiz embistió con menos brío por el izquierdo y el de Chiva optó por cimentar la faena sobre la diestra. Dos molinetes precedieron a dos de rechazos de temple exquisito. Tras una faena de largo metraje, culminada por poncinas, entró la espada en segunda instancia y el presidente optó por dejar en un trofeo la faena.


Alejandro Talavante dispuesto al triunfo desde el recibo con el capote a su primero, ganando terreno a la verónica y rematando con dos medias y una revolera en el centro del ruedo, acompañó a El Juli en hombros a razón de una oreja por toro. Faena de más a menos fue la primera. Los inicios por el derecho tuvieron calidad más aún los remates con el de pecho a la hombrera contraria. Dio el pecho para citar por el izquierdo, naturales a pies juntos en una faena que se iba quedando sin oponente y premiada con una oreja. Otra más cortó en el sexto donde le hubiesen pedido la segunda de no pinchar antes de una estocada en lo alto. Notable labor en faena de cercanías con quietud a la hora de enganchar al toro de Daniel Ruiz. Las bernadinas del final encendieron la chispa del público que no dudó en premiar la entrega de Talavante que acompañó a Julián por la Puerta Grande cuando la noche entraba y el calor seguía.


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