Duquesa de Alba

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Ha muerto la Duquesa de Alba.


Mi historia personal esque tuve la oportunidad de hacerle una entrevista en el Palacio de Liria, en su casa de Madrid, cuando yo trabajabaen el programa de Encarna Sánchez en la Cadena COPE, y la Duquesa invitó a un grupo de gitanitos amerendar. Hicimos un bonito reportaje.


Me pareció una persona normal, naturalmente su correspondientefrontera, sutil, cuando alguien intentabaacortar la distancia. A partir de ahí su personaje no meemocionaba en demasía, eso sí, sin dejar de reconocersu fuerza carismática y respetar, por encima de todo, suvalentía a la hora de elegir su forma de afrontar la vida.Desde luego no ha dejado indiferente a nadie en vida,por lo tanto menos aun a la hora de su muerte.


La fuerza de su personalidad está siendo, y eso sí que me disgusta,como una caseta de feria, la caseta de los espejos. Pero esa caseta de los espejos, en que la imagen, segúnel espejo en que te pongas, se ve siempre deformada, o cóncava o convexa. Por un lado estamos asistiendoa un desfile de ñoñas, plañideras y leotarderas, y porotro, quizás más lamentable, a una serie de reprimidas,más que reprimidos, que también, con un nivel de desinformación tal, al nivel, valga la redundancia, de malaintención, para taladrar otro agujero más en el cinturónde su falsa progresía a costa de la Duquesa de Alba como si esta fuera una conservadora de libro. Todo locontrario.


En este capítulo mi experiencia ha sido, lamentablemente,poner la radio, una emisora para asistir a laletrina radiofónica de cierta señora ya habitual, en sudía palanganera de Encarna Sánchez, por eso se de loque hablo, analizando desde su púlpito totalitariamenteideológico, con desviaciones perversas y además asistidapor un coro de palmeros del pelo. Esta mujer, unacreída como triunfadora ocasional, pero ignorante deser herramienta para su capo y amo con el maquiavelismohabitual de este y poner siempre una vela a Dios y otra al diablo.


Pero miren, he sacado algo muy positivo, que con estetipo de comunicadores/as, ya conocidos, ascendidos asus púlpitos, porque Alfonso Guerra algún día pasabapor allí uno termina cogiendo más cariño a los personajesa los que se pretende agredir. Le he cogido máscariño que mi inicial desapego a figuras como la de la Duquesa de Alba a quien en la hora de su muerte, estosdemagogos la hagan, para el común de los mortales,más grande.


Escuche el editorial de Pedro Javier Cáceres en El Paseíllo de Castilla La Mancha.



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