La horma de su zapato

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Escuche el editorial de Pedro Javier Cáceres de este lunes 1 de diciembre. Una reflexión sobre lo acontecido el domingo en Madrid con motivo del enfren tamiento entre radicales del Atlético de Madrid y el Deportivo de la Coruña antes de un partido de liga en el estadio Vicente Calderón.

Mi historia de hoy me remite a hace 40 años trayendo recuerdos de juventud, algo tenebrosos y que tenía superados entendiendo eran modas y modos. Malos, de la época.


En el barrio de Arguelles, en el cuadrante Rodríguez San Pedro, Hilarión Eslava, Cea Bermúdez, Vallehermoso campaban las bandas de El Nano y la del Cachichi con rivalidad entre ellos, como con leyes a partes, infundiendo miedo, que no respeto, a los jóvenes contemporáneos incluso a generaciones mayores. Sus escaramuzas entre semana parecía como si de un entrenamiento se tratara cara a "la guerra" del fin de semana en los salones de baile, que luego se transformaría en discotecas, alrededor del Imperator y alguno más.


Era allí, donde hacían causa común y se citaban con bandas de otros barrios: Tetuán, Pan Bendito, Guindalera, La Ventilla, etc. para currarse. Había sábados, o domingos, que eran auténticas batallas campales mientras la orquesta en vivo atacaba por los Mustang, los Sires o los Brincos.


Siempre había alguna chavala por media que era la excusa perfecta para tocar los tambores de guerra estableciendo el día D hora H, y si no, se buscaba la bronca in situ.


Uno se hace mayor, se cambia de barrio y se acaba su pesadilla; aunque imagino que también dicha lacra es cosa del pasado en cuanto a la logística se refiere porque desde hace ya más de 20 años la excusa para estar en guerra permanente, en tiempos de paz, es el futbol y los estadios, sustituyendo al Imperator, su campo de batalla.


Los hechos de ayer en los aledaños del Estadio Calderón me hicieron viajar en el túnel del tiempo.


Y, no sé como terminaron el Nano, Cachichi y sus lugartenientes pero imagino que bien no, que más tarde que pronto o recibieron de su medicina o la justicia los acogió en su seno.


Siempre es lamentable la muerte de un ser humano como la que ayer se produjo. Más si es por algo tan absurdo y descerebrado en pleno siglo XXI, pero el hombre, dicen que con antecedentes, y comprobada su militancia activa en el sector más duro, aunque se hacía llamar eufemísticamente, cínicamente los suaves, de los Riazor Blues.


No es momento de editorializar contra la policía, me parece maniqueo y recurrente teniendo en cuenta las tretas que se emplearon para la cita a desayunar; de elucubrar como oráculo en pos de la verdad absoluta si el partido se debió suspender o no; si Villar y la federación están cuando ocurren estas cosas en la cámara por el calor y la Liga de Futbol Profesional más pendiente de gazpachear con los derechos de Televisión; sí de volver a decir que el club que no quiere esta lacra tiene medios para hacerlo, hay ejemplos; por lo tanto Atlético y Deportivo que se pongan a la tarea, porque responsabilidad tiene; ese minuto de silencio, de esta mañana en Riazor antes del entrenamiento suena más a cargo de conciencia por responsabilidad indirecta y complicidad que a ternura sincera..


Ablandarse con la muerte es humano, pero el difunto, no pasaba por allí; sabía a lo que iba y se encontró con la horma del zapato que esgrimía para ser verdugo en vez de víctima.


Es lo que tienen los juegos de rol y esta ruleta rusa que tanto "pone cachondo" de cabeza para abajo....porque lo que es cerebro, ni el de un primate. D.E.P. que es lo que se le desea a cualquier persona desde un cristiano.



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