Cortita y al pie

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Cortita y al pie

El mundo del toro cada vez es menos permeable.


A estas alturas la plaza de Valencia está dada, pero no; y Las Fallas no dan pie a juego y especulaciones.


Sin noticias de Sevilla, salvo que volverá Manzanares.


Insuficiente.


A lo más que se llega es a saber lo ya conocido: la visita de toreros a hospitales de niños en la colombiana Manizales.


Cunde el desánimo en el mínimo escuadrón informativo que queda. Los taurinos se desangran en la marginalidad informativa en tiempos de "comunicación al poder"; ejemplo "Podemos".


Luego, se quejan y convocan "saraos" de catarsis que no traspasan, en repercusión, la cocina de casa.


Ni siquiera el calado y el análisis de consecuencias futuras de producirse la transacción comercial entre Bailleres (comprador- 55%-) y Simón Casas-Cutiño –noticia publicada en esta columna hace una semana- ha conmovido más allá del comadreo a un sector inerme, muerto; ni a la prensa exclusivista a moverlo por aquello que, como tituló la película, "nadie conoce a nadie"... y al parecer ni falta que hace.


El "ejército de Pancho Villa" hace que ni se inmuta. Y se enreda con la compra de la plaza de Valladolid –que es de "Opencor" (versión gasolinera) respecto de la operación global de hacerse con el mercado único de la Tauromaquia en España- porque parte de una fuente simpática, de las que no molestan, y se reproduce como relleno de roscón en medios del "sistema".


Al final, lo de siempre, endogamia; informativa, también.


Miren, la noticia dada la semana pasada aquí, ni ha sido contestada, ni desmentida. Sí, se ha pretendido ignorar.


Quizá por no dar alas a quien la ha trabajado y difundido; ¡peligro!, ¡peligro!.


Luego ocurrirá como con la venta de la ganadería Zalduendo al grupo en expansión y que me recuerda la anécdota del taurino "viejo" que hoy se echa de menos ante tanta mediocridad.


Cuando los medios oficialistas (lo habíamos avanzado en La Divisa, en varias entregas y aquí en Elimparcial.es) dieron por buena la operación, al cabo de mucho tiempo de dimes, diretes y murmuraciones, un joven taurino exclamó:


¡Ya se ha vendido Zalduendo!


No, respondió su pariente -el taurino de otra época-:


Se vendió en su día, ahora ¡se ha cobrado!


Cortita y al pié


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