​El maestro español Antonio Ferrera salió a hombros en su tarde como único espada en la Feria de Latacunga 2020, en la que indultó al toro Forastero, de la ganadería de Triana.

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FERRERA EN LATACUNGA


El maestro español Antonio Ferrera salió a hombros en su tarde como único espada en la Feria de Latacunga 2020, en la que indultó al toro Forastero, de la ganadería de Triana. 

Con el aforo limitado por la pandemia y con algunas gotas de lluvia intermitente se lidiaron dos toros de Huagrahuasi y Triana. Al inicio del festejo se guardó un minuto de silencio por las víctimas del coronavirus, por la gente del toro que perdió la vida este año, entre ellos ganaderos, empresarios y toreros, tanto en España como en Ecuador, como Enrique Garzón, novillero y mozo de espadas ecuatoriano, de 62 años, que vivió en España y llegó a torear una novillada en la Feria de Quito en el año 1980. Él murió la madrugada de ayer. 


Se lidiaron cuatro toros de Huagrahuasi y Triana de variada presentación y juego, resultó indultado el tercero, de nombre Forastero y 470 kg; fue aplaudido en el arrastre el primero, de mucha romana. Ampliar Derechazo del maestro Antonio Ferrera al toro Forastero, de 470 kilos de la ganadería de Triana, que fue indultado ayer. Foto: Glenda Giacometti / 


EL COMERCIO 

Antonio Ferrera vistió de grana y oro e hizo el paseíllo en una tarde de gotas de lluvia intermitente y con el aforo limitado, por la pandemia que azota al país y al mundo. Al primero de la tarde lo recibió con seis lances a la verónica, dos delantales y una media, de buen sabor. 

El toro, de 540 kilos, empujó al montado, que pese a perder el estribo volvió a encaramarse en la montura y tomó las riendas con oficio y valentía. Fue aplaudido por todo el público. En las primeras de cambio con la muleta, el diestro español recibió un palotazo en el maxilar izquierdo y la faena tuvo algunos pases estimables, especialmente por el pitón derecho, primero; y algunos naturales de buena factura, para concluir con otra serie de derechazos más entonada y unos floridos muletazos de remate, antes del ensayo de la suerte suprema a distancia, como Ferrera acostumbra a despachar algunas de sus reses. Dejó una estocada caída. Palmas al toro y aplausos para el diestro.



El segundo de la tarde tenía algunas buenas embestidas por el pitón derecho, que permitió al torero varios pasajes lucidos, aunque se mostraba como un toro exigente. Un pinchazo y un descabello. El tercero, de buena lámina y alegre salida, de la ganadería de Triana, de José Luis Cobo, fue recibido por el diestro con una tijerilla y un variado saludo capotero. Apenas recibió castigo en varas y lo que vino luego fue una faena de muy buenos momentos en el toreo por derechazos, donde el temple salía a flote en el tercero y cuarto muletazos de cada serie, la lentitud lucía la buena embestida que terminaba rompiendo bien y permitiendo alargar el muletazo. El pitón izquierdo, que en un inicio no parecía potable, fue aprovechado, llegaron bellos naturales de lentitud y sentimiento, en una faena que poco a poco cautivó al público, que aplaudía la humillada embestida de Forastero, hasta solicitar y conseguir el indulto. Dos orejas y rabo simbólicos y vuelta al redondel de Ferrera agradeciendo las palmas del público.


El ritmo del cuarto toro se disfrutó desde que el torero se abrió de capa. Antes, el diestro hizo salir al ruedo a los recortadores que hicieron sus fintas en la cara del toro. Ese ritmo cantado permitió unos buenos lances a la verónica, un fuerte puyazo de Braulio Almeida dejó ver el poder y bravura del toro, y la cualidad se mostraba cada vez más, cuando los banderilleros de la cuadrilla lo lanceaban por bajo. Tras dos buenos pares de Patatas y Milton Calahorrano, 

Ferrera ensayó un par al violín fallido y un par de poder a poder, que tampoco fue afortunado. El son era la virtud del toro y el embestir lento y humillando dejaba en cada tanda algunos momentos de hondura y sentimiento. 

Ferrera se gustó en el toreo lento al natural. Cuando finalizaba una faena de mucho trajín, hubo manifestaciones de petición de indulto, pero el esfuerzo de una lidia exigida dejó sin aliento al toro y al propio torero, que mostraba la fatiga de la tarde. Todo estaba para cortar dos orejas, pero una estocada caída, tras un pinchazo, dejó el premio en una oreja. Antonio Ferrera se fue a hombros de la plaza, entre el aplauso de la parroquia.


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