Salvar al TORERO Abellán

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PJC. 3

EDITORIAL (PROGRAMA LA DIVISA DEL LUNES 7 DE SEPTIEMBRE 2020)

PEDRO J. ´CÁCERES


Salvar al TORERO Abellán


Miguel Abellán es torero, nada más…y nada menos ¡que grandeza!

Con dilatado currículo ribeteado de grandes triunfos y de “sangre, sudor y lágrimas”: la esencia de la tauromaquia.

El torero, los toreros, no le temen al “marrajo”: lo lidian, lo matan y a correr turno en espera que cambie la suerte.

Los problemas para el torero es que salga el “reservón”, ese que hace confundir, a todos menos al torero, la bravura con el genio. La bravura es acometer hasta la muerte, por derecho: fijo y humillado.


La fijeza es primordial para triunfar tras una eficaz lidia. Y eso, bravura y fijeza es lo que le ha faltado, le sigue faltando, a la Comunidad de Madrid -no conviene olvidar que su gobierno es de coalición (PP, Ciudadanos) con la pesada mochila que ello conlleva en aras de la “co-gobernanza”-.


Le ha faltado bravura, desde el minuto 0, para asumir la grave situación sanitaria del principio y de ahora mismo (con un pequeño ¿oasis?) tras la desescalada.

Una falta de bravura en la que ha brillado, por su ausencia, la testosterona -ovarios y “pelés”- para suspender (no es lo mismo que prohibir) desde el primer momento los espectáculos multitudinarios, o menos, hasta ocasión sanitaria propicia: hasta la normalidad, ni nueva ni vieja, la normalidad.


Ha faltado “nobleza” y ha sobrado tunantería para asumir la situación en vez de colgarse la medalla de “grandes defensores de la patria taurina”.


Y por ello les ha faltado un mínimo de fijeza pegando bandazos con promulgación de protocolos -enmendándose continuamente- para terminar, haciendo el mayor de los ridículos ¡pum, petardo! autorizando festejos 48 horas antes, por que cumplían con la normativa de turno, y horas después, en vísperas de celebración, suspenderlos sin más explicaciones con el agravante, al menos, de la nocturnidad.


Eso no es embestir, es pegar “arreones” informales para salir con la “cara por las nubes” para acabar “rajándose” pidiendo tablas.


Por todo ello, el Director, o Gerente, del Centro de Asuntos Taurinos, Miguel Abellán (un TORERO), ha sabido y ha querido de forma denodada lidiar e intentar salvar la tarde -las tardes de Miraflores, Alcalá, Aranjuez, etc- pero no ha podido porque el manso era ilidiable.


Pero la crítica, alguna, y los malos aficionados nunca han juzgado al torero en función del toro que ha tenido delante y han tirado de demagogia para nadar a favor de corriente.


Así, es necesario salvar al TORERO (Abellán) para que la tauromaquia no pierda totalmente el control de la plaza más importante del mundo con un “hijo del cuerpo” al frente.

Si el “sufrimiento es parte de la gloria” (Padilla, dixit) ya vendrán días de “vino y rosas”, no le demos “chance” al enemigo…que está al acecho, y más cerca de lo que imaginamos.

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