​De los paseos a los paseíllos

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PJC.N

EDITORIAL (PROGRAMA "LA DIVISA" DEL 20 DE JULIO 2020)

PEDRO J. CÁCERES


De los paseos a los paseíllos

Cuando empezó lo imprevisto, una pandemia que ha arrasado – y sigue en ello- vidas y economías, el toreo desapareció, como también lo hicieron el resto de actividades artísticas, deportivas, lúdicas…a la par que las ciudades, paralizadas,  adquirían un aspecto fantasmagórico. Con distintos tiempos y en todo el mundo.


Algunos han vuelto al trabajo o siguen con él en casa, rodeados de niños y lavadoras. Quienes lo han perdido, buscan fuerzas interiores para afrontar la penalidad sobrevenida. Los mayores - ese eufemismo- en casa o en las residencias, cruzan sus temblorosos dedos para no revivir el horror. Otros, simplemente, ven discurrir los días esperando que llegue el momento, vacuna mediante,  de recuperar en libertad los pequeños placeres cotidianos.


Y, entre estos, el toreo. Si para los profesionales es una cuestión de supervivencia, para los aficionados es alimento para el espíritu, tan alicaído. Después de los paseos, los paseíllos. Pero ¡ay! estos paren con "forceps". Y ahí le duele. Un Ministro de Cultura que pareció caer del burro y aceptó hablar ¡hablar! con el sector, pasó la pelota a administraciones autonómicas y locales y a otra cosa, mariposa. 

Una Seguridad Social que niega lo que por Ley corresponde a banderilleros, picadores, mozos de espadas…Unas directrices sanitarias que se contradicen de un día para otro, limitando aforos con criterios dispares. Nadie dijo que fuera a ser fácil, claro. Pero…


Permiten dar toros bajo condiciones que son ruina, sobre todo si se mantienen las mismas pautas que ya no parecían las más adecuadas en la anterior normalidad. Y quien, como José María Garzón, ha querido salirse del guion, “oscuros” intereses lo han frustrado. 

Resulta que Garzón programaba para finales de este mes de julio en Málaga una corrida solidaria y pretendía reunir en ella a seis figuras seis. Además y siempre ajustándose a todas las medidas administrativas y sanitarias y precisamente por eso, pensaba adaptar el escenario, sin desnaturalizarlo. Pero va a ser que no y, de nuevo, ese oscurantismo tan nocivo que envuelve a la fiesta de los toros, impide saber los motivos.


Pero apuestas como la de Garzón- que no se rinde y ya mira al Puerto de Santa María- y  otras tienen que ver con lo necesario. Y necesario, fundamental, sería que las grandes plazas diera toros. 


Lo de Ávila quedará como un recuerdo más de la ruptura de la barrera, sin más. Apelemos a la locura, bendita, de la tauromaquia,  para seguir luchando.

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