​Del chotis a los toros del “CORONAVIRUS”

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EDITORIAL (PROGRAMA LA DIVISA DEL 4 DE MAYO 2020)

PEDRO J. CÁCERES


Del chotis a los toros del “CORONAVIRUS”


En una baldosa. Ese es el espacio en el que se dice que ha de bailarse un chotis. Tan castizo y madrileño como la madre de todas las plazas de toros, la más grande de España, la más importante, la que marca la pauta.

Y también aquella en la que los espectadores, por mor de la taquilla, se aprietan cual si bailasen un chotis 60 tardes al año, o, al menos, muchas de las más de 30 de San Isidro y alguna de la Feria de Otoño.

 Así ha sido desde aquel bendito invento que Livinio Stuyck bautizó como San Isidro.


Pero hoy a Uribes le toca defender que el chotis de la Nueva Normalidad se baila en extensivo. Como se cría el ganado.

Hasta ahí, la norma de los 9 metros cuadrado para un espectador parece un esperpento .

Como una corrida sin público es una aberración.


Pero todo tiene una segunda lectura, más en tiempo de crisis. Un repaso sosegado a la letra pequeña y un minucioso análisis de mínimos para luego tener una escala de prioridades y , en un folio (no un tocho), y una voz única (no 50 de toda condición, incluso de intereses contrapuestos) colectiva pero única ( y no quiero señalar )negociar medidas, sensatas, menos lesivas para el espectáculo siempre asegurando la sanidad, la salud.


Todo puede parecer un despropósito pero, al menos, hay una rendija legal para poder dar toros –si todo va razonablemente bien- a partir de julio (pongamos agosto).


Sobre las 9 metros cuadrados : no hace falta ser Pitágoras para deducir que son 3x3. Si el asiento (regularmente) es de 0.50 metros, resulta que la distancia de seguridad a izquierda y derecha, por delante y por detrás es de 1.25. Menor que lo recomendado por la OMS.

¿Qué se pierde aforo? Mucho, por supuesto. Pero también otros sectores como la hostelería, etc.                                      Peor es la situación de los derivados del turismo (hoteles, compañías aéreas) por las restricciones de movilidad interna y externa.


De tal forma que no es momento de victimismo y si de modificaciones negociadas con mucho tacto y claridad de objetivos, no un “tótum revolútum” : salvar, aún en precario, el espectáculo, su anormal continuidad y principalmente a los sectores protagonistas más afectados. Y ya vendrán tiempos mejores, que , sin duda no van a ser los de antes, para bien o para mal, según la generosidad y sacrificio en la gestión “post”.


Y puesto que según se manifiesta el 90% del sector, se está viendo cada vez con menos desagrado el intento de ofrecer espectáculos televisados a puerta cerrada –incluso hay un borrador de calendario- una combinación de ambas situaciones sería una solución de emergencia hasta la nueva normalidad.


Claro que se minimiza el aforo a límites ridículo, pero, aún testimonialmente, habría público que, no nos olvidemos, es parte de la trilogía: toros, torero y público.

Y, en cualquier caso, antes que mirarnos al ombligo, un poquito de paciencia y esperar como se legisla para otros espectáculos de masas, principalmente los conciertos musicales que no olvidemos la mayoría se celebran en plaza de toros.


Ese sería el momento de testar si se produce discriminación con el espectáculo taurino que ,de producirse, ahí sí, todos a la calle a protestar, con confinamiento o sin él.

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