Juli indulta un "garcigrande" y Morante triunfa en Jerez

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TEXTO: EMILIO TRIGO / FOTOGALERÍA: EVA MORALES


La última de la Feria del Caballo de la ciudad gaditana de Jerez de la Frontera se celebraba en la tarde de este sábado con un cartel compuesto por Rivera Ordóñez “Paquirri”, Morante de la Puebla y El Juli. Se lidiaban toros de Domingo Hernández y Garcigrande.

El primero de la tarde por nombre ‘Orden’ no hizo una lídia ordenada por bravura y más bien fue todo lo contrario. Un astado al que le faltó celó, transmisión y más motor en todo sus tercios. Francisco lanceó con cierto decoro pero sin llegar a calentar el cotarro por la falta de empuje de su oponente. Un vara mínima y a otra cosa. Rivera tuvo que sortear al fuerte viento y a la escasa colaboración del abreplaza que tuvo una embestida insulsa. Oficio contrastado y solvencia en la suerte suprema. Silencio.


El segundo un ‘Señor’ pero sin querer colaborar. Otro insulso que marcaba un comportamiento rajado y desinhibido de los engaños. Morante lo tantea con el percal pero sin poder interpretar ningún lance. Todo lo que parecía un hasta luego y pronto, se convirtió en uña exquisitez del de La Puebla. Le puso el alma a cada muletazo e interpretó con todo el cuerpo. Fue una labor justa, muy medida, pero lo suficiente para llenar los exquisitos paladares de la afición jerezana. La espada restó el posible premio. Ovación con saludos.


Al tercero ‘Armador’ le cuajó un precioso saludo El Juli. Un recibo estético y muy sentido del madrileño que bajo la mano en cada verónica y acompasó con la cintura. Bello trato al colaborador primero. Un astado que tuvo empuje inicial pero que progresivamente fue aflojando. Este contratiempo no restó enteros a la ponderada faena de Julián. El de Velilla lo llevó compuesto, sin tirones ni obligaciones, pero sí dormido en la muleta. El Juli ofreció planta vertical, estética en su muletazo y mucha despaciosidad en cada trazo. Todo fue una obra bellísima de muñecas suaves. Más ligada a derechas y algo más espaciada a izquierdas por faltar un tranquilo al pupilo de Garcigrande. Un pinchazo y entera valieron una oreja.


‘Boticarillo’ resultó deslucido en su conjunto. El cuarto tuvo contadas arrancadas de garantías durante la lidia. Un par de ellas si tiró para adelante con humillación y recorrido pero lo demás fue un desajuste. El tercio de banderillas muy desdibujado por estar muy cerrado el astado en los terrenos de dentro. Rivera lo intento con más voluntad que acierto puesto que aquello no transmitía nada por la nula pujanza de su antagonista. Esfuerzo sin recompensa artista. Silencio.

Chicuelinas para recibir al quinto. ‘Arenoso’ tuvo un viaje corto pero lo suficiente para soltarlas con acusado acento. Precioso el conjunto del recibo. Y es que Morante estaba muy motivado puesto que la lio en su segundo. José Antonio estuvo muy a gusto ante su noble oponente al que toreó con todo el cuerpo. Gracia sin igual del maestro de La Puebla que enloquezco a la afición de Jerez. Su inicio sentado en el estribo y posterior rodilla en tierra nos trasladó a principios del siglo pasado. Era Morante el que estaba toreando pero aquello reflejaba a la época de Joselito y Belmonte. El toreo fundamental fluía con las yemas de los dedos y recorría toda la plaza. Temple y más temple. Se soñó y se masticó el toreo. Soberbio el cigarrero. Al natural, la belleza personificada y el trazo adormecido que tardaba un mundo en llegar a su destino. Cumbre del sevillano que pintó una obra de museo en cada composición. Todo ante un astado de escasa transmisión pero con mucha obediencia. Espadazo en el hoyo y dos orejas de auténtico placer.


‘Corchero’ para cerrar plaza.Empujó de bravo el sexto hasta derribar al jaco. Antes arrebató el capote de las manos a Julián. El madrileño conocedor de las buenas condiciones de su antagonista lo sobó en un inicio antológico. Y es que así fue la faena de Julián, antológica. Desprendió un toreo mucho más cadencioso, templado y estético. Fueron caricias extremas ante un oponente muy obediente -que hizo él desde el principio- y al llevó adormecido en la barriga del paño. Series larguísimas y profundas por uno y otro pitón. Un Julián portentoso en empaque y arrebatado en conjunción estética. Toreó con los vuelos y con toda la planta de su esqueleto. Por entonces la plaza estaba volcada y enloquecida a tan impresionante toreo. Un parangón de dimensiones titánicas y con un temple descomunal. Sonó un aviso pero el indulto era irremediable. Jerez se rindió al Juli. Dos orejas y rabo simbólicos


FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Jerez de la Frontera (Cádiz). Última de la Feria del Caballo. Corrida de toros. Más de tres cuartos de entrada.

Toros de Domingo Hernández y Garcigrande, indultado el sexto.

Rivera Ordóñez “Paquirri”, silencio y silencio.

Morante de la Puebla, ovación y dos orejas.

El Juli, oreja y dos y rabo simbólicos. 


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