Rubén Pinar escuchó el primer silencio de San Isidro en el primer toro de la feria, que no le puso las cosas fáciles al torero albaceteño. "He intentado hacerle las cosas bien, cruzarme mucho, buscarle la provocación y sobarlo un poco, pero había que tragarle mucho y no lucía", explicaba Ruibén. "A don Máximo le debía un brindis porque ya van dos tabacos seguidos en Las Ventas y allí ha estado siempre para salvarme".
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