​Algo se está haciendo mal, muy mal

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EDITORIAL (Programa LA DIVISA del 8 de octubre 2018)

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   Pedro J. cáceres


Algo se está haciendo mal, muy mal


La recién concluida Feria de Otoño en la Primera Plaza del Mundo ha fotografiado la realidad de una tauromaquia caduca en sus estructuras y la degeneración que ello supone para su progreso y la captación de clientela en sus diferentes variantes de consumo, no sólo el propio espectáculo, si no sus colaterales como son los medios de comunicación cada día con menos audiencia y amenazados de extinción.


Esta bendita Feria de Otoño de no existir habría que inventarla. Y tal como es: ante la reticencia de las figuras a acudir dejar que los árboles de dichas figuras dejen ver el bosque de extraordinarios toreros que por aquello del “sistema” no cuentan en el “sota, caballo y rey” de las ferias.

Y el “invento” del “bombo” le ha dado un plus de competitividad e intriga que se ha reflejado en el abono y e en extraordinarias entradas alimentadas, además, día a día por los éxitos artísticos propiciados por un elenco ganadero que, salvo excepciones, los han propiciado.


La conclusión es que esta Feria de Otoño ha revelado, en el cuarto oscuro en que está instalada La Fiesta, la imagen (que vale más que mil palabras) que delata que algo, o mucho, se está haciendo mal o muy mal… por todos: el sector, la prensa y aquellos que se autoproclaman aficionados.

Ejemplos: que el gran triunfo de Urdiales (tras el éxtasis artístico de Bilbao) se produjera con apenas media docena de festejos en 2018. Que la explosión de Emilio de Justo se feche con más de dos lustros de alternativa. Que la gran sorpresa, para el que lo fuera, de esta feria, como Pablo Aguado, confirmaba alternativa en su segunda comparecencia en plazas de 1ª tras su éxito en la Feria de Abril de Sevilla.

Mal los empresarios, pero tampoco la prensa, la que queda, clamó por las ausencias de Urdiales (sobre todo) y Aguado en San Isidro.


Y, a mayores, el lamentable espectáculo que dan los llamados aficionados sintetizado en el tendido 7 pero que tiene un vivero mucho más nocivo en los altos del 5 y el 6 donde, supuestamente, se ubican los jóvenes. Y si es bueno que la Fiesta se vaya refrescando generacionalmente, me da la impresión que estamos criando cuervos de supina ignorancia que antes que corregir los tópicos del “crúzate”, “pico” y “fuera de cacho” los expanden, casi siempre a destiempo, con un efecto contaminante al resto de la plaza que hace suyo el “piensa mal y acertarás”.

El comportamiento de esos sectores con Talavante y con David Mora (con las circunstancias particulares que adornan a los dos en esta plaza, cada uno en su registro) no solo les delata como muy mal educados taurinos, sino que contribuyen a la ceremonia de la confusión entre todos los espectadores convirtiendo (por momentos, según sus caprichos y su ignorancia) Las Ventas en una jaula de grillos.

¡Si hasta, en algunos pasajes, reprobaron a Diego Ventura!.


La diferencia estriba en que mientras esos sujetos van a todo, el resto de la Plaza en los festejos de rejones es un público distinto que acude sin complejos y prejuicios, por lo cual no se deja contaminar, incluso les planta cara.

Algo, o mucho, se está haciendo mal o muy mal… por todos: el sector, la prensa y aquellos que se autoproclaman aficionados.

Y que cada palo aguante su vela.

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