Miguel Ángel Pacheco destaca con una buena novillada en Madrid

|


F999x666 122617 217682 5




TEXTO: MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ-OLMEDO

Adrián Henche, Miguel Ángel Pacheco y El Adoureño tomaban parte en la novillada picada de este domingo en la plaza de toros de Las Ventas. En el cartel, un encierro de Julio García para este nuevo festejo abrileño en el primer coso taurómaco del mundo.

El pelo de invierno sacó el primero de Julio García en la primera novillada completa que lidiaba en Las Ventas. Y humilló con buen son en el capote, con entregado ademán y feble resultado, más por la sosería del chaval que por el espíritu del utrero. Y lo mismo ocurrió después en la muleta, porque tuvo calidad el toro, pero decidió Henche pegarle alguno bueno y no estar mal a jugar al ataque arriesgando la actuación. Maneras de vivir. Lo mató de una estocada que fue lo mejor y escuchó silencio.

Al castaño segundo, un tío, le sopló cuatro verónicas y media Pacheco antes de que se hiciera, en varas, el dueño de la plaza. Se vencía el animal por el pitón derecho y hasta se vino al pecho de Daniel Sánchez, volteándolo de muy fea manera. Ya no dejó de hacerlo, a pesar de los dos grandes pares de Corruco de Algeciras, que saludó montera en mano. Firme fue el inicio del chaval, que sabía que había que andar listo y con oficio con el serio y exigente utrero. Pero fue sólida y maciza la estructura de faena y asentado el planteamiento para imponerse a un animal enrazado y con un fondo de profundidad que sólo jugándose la vida podría Pacheco sacar. Y lo sacó. Tragó tela en las pasadas a diestras, con la mano por abajo y el serio pitón rozando seda. También a zurdas, por donde había menos continuidad en la embestida, pero la misma profundidad agradecida al que pusiera sobre la mesa cuarto y mitad de verdad. Pero llegó la espada y se empeñó en emborronarlo. Y lo que iba para oreja, tras el aviso, quedó en una ovación de atasco con el maldito descabello.

El Adoureño se fue de inmediato a pegarle lances al colorao tercero, que tuvo correa y movilidad en los primeros tercios, empujó en el caballo y tuvo tranco en banderillas. Por abajo se fue el animal, arrastrando el morro por el suelo con temple natural y obedecían do el trapo del Adoureño, más acompañador que gobernador, pero firme en el planteamiento. Tenía clase para mucho más, sin embargo, el utrero, que para los momentos contados de profundidad que sostuvo en la faena. Cayó arriba la espada, pero el premio no pasó de ovación tras aviso.

Las verónicas ligadas y armónicas de Henchido al cuarto fueron de lo mejor que firmó en toda la tarde. Tenía movilidad y tranco el de Julio García, pero no expresó lo que quería Adrián con la muleta porque todo fue tan correcto que nada sorprendió. Le faltó cruzar la línea al chaval, que lució oficio y que quiso exprimir la faena incluso cuando ya sabía que había poco más que pudiese hacer. Y el público se impacientó. Pinchó antes de la estocada y escuchó silencio.

A soplarle verónicas de rodillas se fue Pacheco al tercio para que quedase clara su disposición. Pero también de pie caló en el tandido, ganando el paso en cada lance hasta morir en los medios con un utrero humillador y entregado que se arrancó con largura y fijeza en varas para empujar de verdad. Pero se le amainó el espíritu antes de la cuenta, y la pura entrega le hacía perder las manos en ocasiones, impidiendo la profundidad en las series de Pacheco, más a media altura. Pero no se paró, ni se rajó, ni dejó de obedecer, ni de colocar la cara cuando se lo exigió Pacheco, aunque la falta de poder diese la impresión de sosa a la clase de la embestida. Cuando llegó el momento de pinchar ya no estaba el tendido caliente. Silencio.

En el sexto, altito y montado de salida, se protestó mucho el tercio de varas y se ovacionó a Morenito de Arles tras dos grandes pares de banderillas. Tenía la arrancada encendida el animal, para llegar a la muleta desordenadete y soltando la cara si no se tenía el acierto de amarrarla al suelo. Pero cuando lo hizo el Adoureño, aún respondiendo el animal, faltó convicción para que rompiese como había hecho el segundo. Por eso se quedó en la serie ligada en lugar de buscar la de romperlo por abajo en la profundidad que tuviese el de Julio García, que firmó una tarde completísima en su presentación. Al final, silencio tras aviso.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Novillada picada. Unas 6000 personas. Casi lleno.

Novillos de Julio García, de gran son y calidad el dormidito primero, enfondado, emotivo y profundo el enrazado y exigente segundo, humillador de gran clase el buen tercero, obediente a los toques y exigente en los errores el interesante cuarto, de clase y entrega con el poder justo el quinto, de gran movilidad y emoción con la imposición el sexto.

Adrián Henche, silencio y silencio.

Miguel Ángel Pacheco, ovación y silencio.

El Adoureño, ovación tras aviso y silencio tras aviso. 

Sin comentarios

Escribe tu comentario




No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes. Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.