Rafael González, a punto de la Puerta Grande en Madrid

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TEXTO: MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ-OLMEDO

Una novillada con los hierros de José Luis Pereda y La Dehesilla era la que planteaba la tarde de este domingo la primera plaza del mundo. En el cartel, Ángel Jiménez, Pablo Atienza y Rafael González haciendo el paseíllo.

Manialto y zancudo era el primero de Pereda, despegado del suelo pero humillador en las dos primeras acometidas al capote de Ángel Jiménez ; luego la escasez de fuerza le hizo desistir en la entrega. Lo midieron en varas, pero llegó dormido al quite a la verónica de Pablo Atienza, mejor en el remate que en el nudo. Una breve probatura y a la distancia, con el utrero acudiendo pronto pero sin más virtud que esa. Pasó por delante junto al viento y Jiménez no terminó nunca de confiarse, por lo que sufrió un par de sustos de. No encontrar la distancia. Apretó los dientes en una tanda a diestras, pero fue poco el bagaje, e inconcluso, para pasar del silencio.

A Pablo Atienza le molestó el viento en el saludo de verónicas sobre los pies que le ejecutó a la humillación del segundo de salida. Pobre de cara el animal, campaneó al caballo y embistió siempre con las manos por delante en los primeros tercios. Pero ambos, novillo y torero, se asentaron en el último tercio para ir entendiéndose poco a poco. Nada redondo, nada rotundo, pero sí momentos de verdad y de entrega los conseguidos por Atienza enfrontilado al natural. Antes había medido la embestida, de arrancada encendida y freno fácil pasado el embroque sin trapo delante. Mucho porfió el chaval, que pinchó antes de la media estocada defectuosa que emborronó un trasteo asentado.

Al tercero lo saludó Rafael González con verónicas muy jaleadas, pero más animosas y bienintencionadas que brillantes. Manseó el animal en varas y se mostró descompuesto al embestir, pero se plantó el chaval en los medios tras brindar al público para enseñar quietud y aplomo. Distancia y trapo en la cara, cadencia para medir arrancadas y cintura para vaciarlas con conexión. Se le entregó el tendido en la tercera serie, girando talón con el trapo por abajo, pero luego todo se fue diluyendo a medida que perdía fuelle el animal. Hasta que llegó una voltereta casi anunciada, y sorprendentemente sin consecuencias graves. Una estocada efectiva provocó la petición y la oreja.

El buen estilo a zurdas que sacó el girón cuarto en el saludo de Ángel Jiménez ya se había diluido antes del remate, cuando ya no pasaba del embroque. Con la muleta, sin embargo, salió la movilidad encendida, más de genio que de bravura, para que la dominase -o no- Ángel Jiménez. Fue que no. Al menos no siempre, porque anduvo más asentado que el el abreplaza, pero tardó mucho el cogerle el pulso a la arrancada impetuosa y la cara suelta al llegar al trapo. Una par de tandas con la mano diestra al final del trasteo, cuando poco había ya que perder, decantaron la balanza a su favor. Pero el mal uso del descabello y el aviso precedieron al silencio.

El sexto tenía otra hechura que sus hermanos, y de otra forma buscó el percal de Pablo Atienza, con demasiadas dudas al lanceaba la humillada y enclasado embestida, que hasta se reducía al llegar al embroque. Mucha entrega del animal, que provocó que se emplearse más y lo protestaron por flojo. Pero cuando llegó al último tercio salió la calidad y la bravura, que nunca es fácil, y hoy lo comprobó Pablo Atienza. Quiso mucho el chaval, pero pudo más bien poco estar a la altura con un novillo que enseñó su calidad en el primer ruedo del mundo. Le hizo guardia, además, la espada, y el descabello sobre el aviso lo dejó todo en silencio.

Entipado y en hechuras de Núñez salió el castaño que hizo sexto, con más humillación que ritmo en el capote con que se quiso estirar González en principio y debió desistir finalmente. Otro comportamiento tuvo el animal en varas, donde hizo sonar el estribo y hasta la mona del picador en un buen segundo puyazo. Muy empujado fue el inicio de muleta, sacando al utrero a los medios para tirar allí la moneda. Y lo hizo con quietud y con entrega, aprovechando la movilidad del novillo en trazos muy largos. Pero le enganchó la muleta después, y lo lleva mal eso esta plaza. Por eso tuvo que llevarla a la chota y buscar allí una ligazón que sólo duró una serie. Lo que permitió el toro. Después fue querer para recoger medias arrancadas que no le dieron lo que necesitaba. Pinchó, además, y la estocada posterior precedió a una vuelta al ruedo tras una petición mayoritaria no atendida que hubiera supuesto una puerta grande muy chica.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Novillada con picadores. Unos 6000 espectadores.

Seis novillos de José Luis Pereda y La Dehesilla, con prontitud y viaje corto el zancudo primero, de arrancada encendida y exigencias varias el segundo, de acusada movilidad y cierta transmisión el tercero, de geniuda e impetuosa movilidad el girón cuarto, de calidad y entrega el bravo y buen quinto, de humillación y movilidad a menos el sexto.

Ángel Jiménez, silencio y silencio.

Pablo Atienza, silencio y silencio.

Rafael González, oreja y vuelta al ruedo. 

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