Nos fuimos sin orejas en La Santamaría de Bogotá

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Nos fuimos sin orejas en La Santamaría


por Carolina Baquero

Con un muy buen clima en la capital colombiana, se llevó a cabo la denominada corrida de colombianos; donde infortunadamente no acudió en gran cantidad la afición.

Se lidió un encierro de la ganadería de Santa Bárbara, propiedad del capitán Barbero; de muy buena presentación y juego desigual, complicado, aunque caracterizándose por ser noble.

Un hermoso toro castaño bocinero, ojo de perdiz salió en primer lugar para el matador vallecaucano, Paco Perlaza; el ejemplar acusó en sus inicios ser desatento y algo tardo. La faena estuvo fundamentada en la mano derecha, porque el pitón contrario era muy complicado, trompicaba la muleta e incluso logró desarmarlo. Paco tuvo que torear de uno en uno, por la falta de prontitud y de motor del toro; definitivamente los dos nos se pudieron querer mucho. Media estocada. Palmas.

Con el segundo de su lote Paco tuvo algo más de oportunidad para mostrar su toreo, ya que el toro pese a su falta de clase tenía más movilidad que el primero. Perlaza tenía que ganarle el viaje y avivarlo con zapatillazos porque se venía a menos, caminaba más no galopaba. Las tandas tuvieron ligazón por la voluntad y continuidad del caleño, no fue la que él hubiese querido en La Santamaría porque el toro no era cómodo, no humillaba; pero puso su corazón el diestro. Estocada perfecta en ejecución y colocación. Vuelta al ruedo tras petición.

El segundo toro de la tarde le correspondió a Moreno Muñoz, un torero bogotano que este año vuelve a los ruedos de las principales ferias colombianas. La faena tuvo intermitencias, pues por algunos momentos hubo tiempos muertos; ejecutó buenos derechazos, lo intentó por el izquierdo pero no era el mejor de los pitones. Las tandas fueron de dos o tres pases, de buen conducir. Suerte suprema algo apretada. Saludo desde el tercio tras aviso.

Un emotivo brindis a su mamá, Myriam Moreno, también matadora de toros; para iniciar lo que fuera una faena de mucha emoción, continuidad, ligazón y sobre todo con toda la voluntad. El capitalino ha estado por encima de las condiciones del toro, que aunque perseguía la muleta, no lo hacía con amplia calidad, eso sí… sobresalió frente a sus hermanos. Estocada desprendida y varios intentos de descabello. Vuelta al ruedo.

Luis Miguel Castrillon pechó con un ejemplar que de salida parecía ciego pero que al huir de la vara, lo que mostró fue su mansedumbre. Aunque el público reclamaba el cambio, hay que recordar que en el reglamento el cambio está avalado para cuando hay un defecto y/o invalidez física, no por mansedumbre. Luis Miguel brindó a la afición e inició por unos doblones al hilo de las tablas, cerca del burladero de matadores; se lo fue llevando por pases por bajo hasta el centro del rendondel pero no vimos que hubiese un momento de querer pararse y fue nula la faena, fue rápidamente a las tablas por el acero toledano. Pinchazo y estocada. Silencio. Pitos al toro en el arrastre.

La tarde cerró con la actuación de Luis Miguel Castrillon, que poca suerte tuvo y que tampoco agradó mucho a los asistentes a la corrida. Faltó entenderse toro y torero, tampoco hubo mucha limpieza en la muleta del paisa y quizás la falta de conexión hizo que él no viera la lidia indicada para un toro que sin ser bueno, hubiese podido verse más. Fallas con la espada. División.

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